March 31, 2008

Mejor vamos a hablar del clima

Cuando Rodrigo se vino a vivir pal norte y hablábamos por teléfono durante horas, me acuerdo que uno de sus temas más recurrentes era el clima. Y lo medía en grados farenheit como si yo supiera hacer la conversión, y cuando me daba flojera o me daba pena preguntar "¿esos cuántos son?" simplemente contestaba "no, pus ha de estar cañón".

Siempre me intrigó porqué Rodrigo, de ser una de las personas con más cosas interesantes que platicar que yo conozco (porque sabe un montón de detalles dignos de la revista de Carl Sagan, porque sabe un montón de lingüística y porque, como a todos, le encanta el chisme), pasó a ser uno más de los eternos conversadores sobre clima. Después entendí que en su caso estaba plenamente justificado porque aislado en las montañas como estaba, su vida se volcó completamente hacia el esquí y el snowboard.

Hace más de un año que esa misma tendencia de hablar monotemáticamente sobre el clima (ni siquiera sobre el calentaiento global: nomás sobre el clima) se ha manifestado en mí. No que haya sido yo antes muy versada en temas (sólo me gusta el chisme), pero ahora no puedo evitar que mis conversaciones con la gente del otro lado del muro sean cosas como "Hoy está/no está nublado", "Hace calor: 8 grados" (yo sigo usando celsius), "Hay un arbolito con hojas verdes en mi barrio". Pobres de mis papás, de mis amigos, que han de pensar que los quiero matar de aburrimiento o que me hicieron una lobotomía. Y yo no tengo excusa: no esquío.

Pero bien visto, tiene sentido. Es una cultura que de por sí no es moralmente afecta al chisme, y conviviendo con personas que mis amigos no conocen, no puedo hablar de los más recientes acontecimientos en mi esfera social (y siendo ésta básicamente una esfera social conformada por ocho ñoños y seis profes, se hace menos interesante aún). Los acontecimientos políticos son totalmente predecibles (pierda o gane Obama), y la lingüística dura es aburrida y a nadie le interesa saber que lambdapelambdaequis-siysolosieltrenatropelloalperrito.

Tiene razón Larisa. O me vuelvo amante del arte o me resignaré a no tener otra cosa que decir más que: "otra vez tres grados y se siente como cero, y nublado, con vientos de 56km por hora. Con qué ánimos salir a correr?"

March 30, 2008

Hoy no me puedo levantar

No sé qué me pasa este domingo pero tengo menos energía que Nacho Cano cuando se inspiró para escribir esa famosa canción que es el himno a la cruda. No tengo cruda -ni lo quiera Dios- pero está la cosa que no me he podido levantar de la cama más que para ir a la cocina y al baño. Es la edad o ve tú a saber, pero vivir cinco días a la semana me desgasta por el resto de la vida...

March 29, 2008

El Andrógino de Aristófanes


Decía Platón que decía Aristófanes que los Andróginos eran seres con dos pares de brazos y dos pares de piernas, que fueron partidos a la mitad por Zeus luego de que cometieron la tontería de desafiar a los dioses (y que después de eso buscan su mitad, etc., y que ese es el origen del amor, etc., y lo que ya sabemos y que no es verdad).

Y nunca dijo Aristófanes ni dijo Platón, pero yo siempre me imaginé -desde la primera vez que leí El Banquete-, que estos seres eran verde y rosa, esféricos y adornados con motitas blancas. Quizás porque la idea de que tuvieran cuatro brazos y cuatro piernas y fueran hombre y mujer al mismo tiempo traía una asociación directa con mi concepción de "marciano", forjada con la poca imaginación que me pudo haber dejado el haber visto de niña tantas caricaturas. O será porque queda muy claro en El Banquete que Aristófanes era un payaso, y uno asocia imágenes ridículas con la idea de un payaso.

Como la primavera no llega ni llegará, fui a buscarla cual hizo Mahoma con la montaña. Y en el jardín botánico encontré esta planta, que se negó a revelar su nombre, pero para mí tenía exactamente la forma del Andrógino: verde, rosa, con motitas -aunque no es esférica-. Cada hoja tiene la forma de una mitad de hoja, y crece al lado de otra junto a la cual se puede ver como una hoja completa. Como sucede con los humanos, también, hay algunas que crecen sin compañera, y se ven simplemente como media hojita. Su hermosura consiste en estar completas en sí mismas, a pesar de que parezca que les falta una mitad.

March 18, 2008

Anatomía de la tristeza

Voy a sucumbir al lugar común de escribir sobre la nostalgia, por esta tendencia muy humana y muy absurda -perdón por la redundancia- de buscar la razón de lo que somos en lo que ya no tenemos.

Porque lo que uno extraña es un hueco en el esternón -dos dedos más arriba del lugar donde los griegos localizaban el alma- relleno de fibra de vidrio. Como una falsa piedra, como un tumor sintético. En el hueco estaría lo que no tengo: un jardín, dieciséis años, el impulso de salirme a mojar cuando está lloviendo y confianza, sobre todo, en todo, en todos, en el futuro y en mí. Quince años después, los suplanta esta prótesis rugosa e inflexible, una sensación permanente de domingo por la tarde -la peor de las cárceles: la duda- y el instinto de refugiarse del viento y del frío: caminar encorvado, dormir hecho bolita.

Nada mejor me espera. El tiempo me ha convertido en una tortuga que lleva el caparazón por dentro, duro, pero inútil.