December 05, 2008

Todos y todas hablando así y asá

Hace muchos años, un ocho de marzo por la tarde, unas feministas de pelo muy largo y sin cepillar fueron a dar una conferencia a la ENAH sobre algo propio de la fecha. De las múltiples horas que debió durar la mesa, me quedaron dos oraciones bien grabadas. Una me gustó mucho y me pareció el único enunciado sensato que les oi decir en toda la tarde. Era algo así como "El feminismo no sólo se trata de mejorar la condición de las mujeres, sino las de todos, porque los hombres tampoco están bien". Sí, me parece que la equidad empieza por reconocer que la desigualdad nos afecta a todos por igual. La otra oración se me grabó porque después y antes de ese día la oí repetir hasta la náusea: "El español es una lengua machista". Cuando la mujer empezó a usar el plural "estudiantas" me salí del auditorio.

Eso ocurrió hace tantos, pero tantos años, que en ese entonces acusar a una lengua de sexista era un enunciado contestatario. Duplicar los sustantivos (niños y niñas, trabajador y trabajadora, estudiantes y estudiantas (!)) exaltaba la supremacía de la consistencia ideológica sobre la consistencia gramatical. Es decir, fue muchos años antes de que la clase política, empezando con Zedillo, usara los dobles sustantivos en sus discursos proselitistas.

La pregunta sobre si se puede considerar que un idioma es sexista es muy gastada. La discusión sobre si tratar de 'arreglar' un problema gramatical tendrá alguna repercusión en las prácticas sociales de quienes hablan ese idioma está también trilladísima y pasada de moda. La respuesta a las dos interrogantes, como ya todos sabemos, es "no" y "no", respectivamente.

Hoy sabemos que el género gramatical no tiene nada que ver con el género social, y para muestra, bastan veinte botones: las lenguas bantúes llegan a tener hasta veinte géneros gramaticales, sin por ello tener veinte roles sociales asociados uno a cada uno de ellos. A la inversa, hay culturas donde la lengua no tiene marcas de género (el inglés, para no ir más lejos, o el chino) y los papeles asociados a los hombres y a las mujeres son cualquier cosa menos equitativos. Fin de la discusión.

Practi-tip ociolingüístico de hoy:
Por decoro, por no perder el estilo, o al menos para que no lo confundan con candidato a presidente municipal en campaña o con delegada del DIF, nunca, por el amor de Dios, nunca use dobles sustantivos. Corre usted el riesgo de oirse tan bizarro como los siguientes ejemplos de la vida real:

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ATENCION: esto NO es una dramatización. Las siguientes son oraciones reales, escritas por hablantes reales, y traidos hasta sus pantallas por la magia del copy-paste. Ninguna de ellas ha sido alterada (ni siquiera los signos de puntuación han sido editados).
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(1) La tía bloggera:
holaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!! sobrino ¡¡¡¡¡¡feliz dia del niño y de la niña a todos y todas !!!!!!!!!!!!!!!!!!

¿Feliz día de la niña y del niño, sobrino? Si mi sobrino es niño, ¿qué carajos tengo que estar aclarando que también es día de la niña? ¿No se vaya a ofender quién? ¿El niño? Como si le importara. Quizás la autora de este despilfarro oracional es una tía hiper progresista que cree en el "género fluctuante" (en el que yo sí creo, dicho sea de paso, pero que una vez más, no tiene nada que ver con el género gramatical) y piensa que su sobrino queer puede elegir su género a discreción: puede que hoy elija ser niño, y en unas semanas decida usar tutú.

Pero además de dar información inútil, el afán de corrección política de la tia bloggera la lleva a un callejón sin salida: feliz día a todos... ¿y todas?. ¿Qué no "todos" por definición son todos? Supongamos que organiza usted una despedida de soltero para su mejor amigo (lo cual ya es mal gusto de por sí, pero ese es un tema aparte). Todos sus amigos varones están invitados, pero las mujeres no lo están. ¿Acaso diría "pueden venir todos pero todas no"? O "pueden venir todos pero no algunas". No creo. Cuando uno dice "todos" ya se jodió, y son todos. Por eso decir "todos y todas" no sólo es chocante: es ilógico. Qué bueno que en los panteones antiguos no tienen internet, porque Aristóteles se revolcaría en su tumba si leyera a la tia bloggera.

(2) La ONG progre:
Este día también sirve para llamar la atención sobre las vidas de los niños y niñas africanos.

Esta oración se refiere también al día del niño y de la niña, que es el festejo que más ha sufrido los embates del doble sustantivo. Porque casualmente, no hay día de la secretaria y del secretario ni día del compadre y de la comadre, o día del cartero y de la cartera. Uno dirá que porque son roles típicamente ejercidos por gente de un solo género. Pero ¿porqué no se rebautiza Sambalentín como "día de los novios y de las novias"?. Porque, de acuerdo con la lógica (¿dije "lógica"?) del doble sustantivo, "el día de los novios", así como está, tiene que ser un festejo exclusivo de parejas masculinas homosexuales.

En este ejemplo se refleja el miedo que tiene esta ONG de que le reclamen el haber llamado la atención sobre las vidas de los niños africanos y ni acordarse siquiera de las pobrecitas niñas africanas. Para evitarse reproches, el que redacta el comunicado recurre al viejo truco del doble sustantivo. Pero, un momento: "niños y niñas africanOs"? por qué no "niños y niñas africanos y africanas"? ¿O al final sólo se incluye a las niñas africanos, olvidándose, como siempre, de las niñas africanas?

(3) El luchador social sindicalista:
Los trabajadores y trabajadoras no son tontos.

...ni tontas, hay que aclarar, ni tontas. Porque así como está esta oración, pareciera que los trabajadores no son tontos, y las trabajadoras no son tontos tampoco. Con lo cual, ¿tontas sí son? Si ya empezamos a duplicar el sustantivo, hay que ser consistentes en toda la oración: también se duplican los adjetivos, cuantificadores, posesivos, etc.

Por ejemplo, si tengo dos sobrinos, una niña y un niño, tendría que decir: "Qúe bueno que trajiste a tus sobrinos. Yo también traje al mío y a la mía". La oración del luchador social, pues, a riesgo de que le saque risas al patrón y a los mismísimos trabajadores, quedaría así: "Los trabajadores y trabajadoras no son tontos ni tontas".

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En conclusión, la motivación detrás de esta aberración lingüística del doble sustantivo consiste en identificar una asimetría gramatical (el hecho de que la forma de los plurales y los sustantivos genéricos tengan la terminación "o" que corresponde al masculino) con una asimetría ideológica (el dominio del género masculino sobre el femenino en la interacción social).

Afortunadamente, la lengua tiene vida propia y no está sujeta a los caprichos o extravagancias de sus hablantes. Así que si usted ha intentado ser políticamente correcto mediante el uso del doble sustantivo, desístase. Su recurso no sólo no va a cambiar en nada la desigualdad social de género, ni mucho menos las reglas de concordancia gramatical, sino que lo van a hacer quedar en ridículo, y el mensaje nunca llegará a su audiencia. Sus interlocutores pasarán mucho tiempo tratando de procesar oraciones demasiado largas, (redundantes en el mejor de los casos, paradójicas en otros), y tratando de averiguar mentalmente por qué se complica usted tanto la vida para decir algo tan sencillo. Además, pensándolo bien: si duplicar los sustantivos para hacer explícitos los dos géneros fuera mínimamente efectivo y racional, Fox y Martita nunca lo hubieran usado, para empezar.

November 29, 2008

Nuestros tocayos en Filipinas

Hace unos días escribí sobre las palabras del inglés que se cuelan en español y cómo algunos las ven con malos ojos. El punto era que los prejuicios contra las palabras extranjeras en una lengua son simplemente prejuicios: sentires políticos, meras opiniones, y no tienen nada de científico en su base.

Una prueba de que la fobia ante las palabras de origen extranjero, como toda fobia chauvinista, es una fobia irracional, es que no todas las palabras extranjeras presentan ante el prejuiciado la misma amenaza. Por ejemplo, todo el mundo ha tenido aguna vez un deja vú y mi abuela guardaba su necesér en el secretér. Es más, uno pide sus huevos a la mexicana sin jamás darse cuenta de que el uso de "a la" es una manera de hablar a la francesa que se adaptó al español sólo recientemente. Y, excepto los que insisten en llamar "jardín de niños" a un local parecido a un manicomio con personas de menor tamaño y que generalmente no tiene jardín, nadie usualmente blande su Diccionario de Autoridades cuando alguien dice que su niño ya va al kinder. Es claro que el origen francés o alemán de ciertas palabras usadas en español no es tan intimidante como el origen anglosajón de otras. O mejor dicho, el origen angosajón y gringo de otras palabras. Porque el inglés británico tampoco se presta a tanta crítica. Es muy común encontrar, sobre todo el los pueblos del sur de México, que al baño lo anuncian como "WC" (o mas comúnmente "WC $3"). Mi tío le decía "el wáter". Los gringos no lo llaman water closet, sino que se refieren a el con un préstamo del francés: toilet. Cómo se aferró un término británico a los excusados de las costas de Guerrero y los pueblos de Michoacán, no lo sé. Pero a nadie parece molestarle.

La amenaza bárbara contra la cual hay que defender, limpiar, pulir y fijar nuestro esplendoroso idioma español, parafraseando el lema de la Real Academia, no es, pues, cualquier lengua extranjera. Tampoco cualquier lengua. Por ejemplo, a nadie jamás se le ha ocurrido que en México se cambien los nombres de las tlapalerías por el de "pinturerías" (como sí les llaman en el Sur de América porque ahí no tuvieron nahuatl que les prestara la palabra "tlapalli"). La lengua que nos prestó el aguacate y el chocolate quedó suficientemente avasallada por nuestro portentoso e imperial español, así que las rebabas que queden de nahuatl en nuestra lengua son joyitas pintorescas sin importancia. No cualquier barbarismo desvirtúa, contamina o empobrece nuestra lengua: sólo los barbarismos que vienen de la lengua mayoritaria del vecino poderosísimo del norte, ante el que nos sentimos chiquitos y amenazados. Pareciera que expulsando los préstamos gringos conjuramos la maldición de un posible caballo de troya lingüístico y la inminente aniquilación de nuestra cultura. Como si todos fuéramos a terminar hablando inglés sólo por escanear documentos.

Habría que ver, dice Larisa, si del español se han colado préstamos en el inglés de los vecinos. La respuesta es que sí, pero no al mismo grado. Finalmente en la correlación de fuerzas español mexicano-inglés gringo la lengua mayoritaria es la de ellos. El tipo de cambio lingüístico es aproximadamente igual que el del peso frente al dólar: 13 a 1. O sea que por cada vez que un gringo pronuncia guacamole y taco, un mexicano usa unos ventiséis champú, jomles, chow, etc. Mi colega Danny, que sabe todo sobre español de Nueva York (de Nueva Yol, como le llaman sus hablantes) jura que en inglés es cada vez más común no pronunciar los sujetos (onda Really liked it en lugar de I really liked it), gracias a la influencia de estos hispanohablantes (quienes, a cambio, dicen cosas como Yo me gusta bastante).

En las Filipinas hay una ciudad que se llama Zamboanga, en la isla de Mindanao, donde se habla un idioma que se llama Chavacano o Zamboangueño, o Chavacano de Zamboanga. Este idioma nació como una mezcla entre el español y las lenguas locales (Cebú, Tagalo, Tausug, etc.) en el siglo XVII, cuando los españoles construyeron aquí un fuerte contra los moros. En Mindanao se comen tamales. "Mercado" se dice chianguis, chingona es una prostituta, y chingon pues lo mismo pero en masculino. Zacate se dice zacate y tocayo se dice tocayo. Uwang es el aullido del perro. No sé de dónde viene esta última, como no sé de dónde vienen todas esas otras palabras como sabulag, 'esparcido', o tiplak, 'dar un susto'. Evidentemente, un gran porcentaje del léxico Chavacano es de base española, y de esta porción, muchas palabras son de origen nahuatl. Dicen que esas palabras viajaron en la Nao de China desde Acapulco. Otros dicen que en la construcción del fuerte los españoles llevaron 300 soldados mexicanos, que seguro llegaron allá con sus español todo contaminado de indigenismos y llegaron a desvirtuar las purísimas lenguas de Mindanao. Como en Mindanao no había Real Academia del Tausug o del Tagalo, los locales no se escandalizaron al empezar a usar palabras como zacate o sabroso, sino que al contrario, el hecho de que usar estas palabras sin mucho prejuicio facilitara la comunicación entre personas de orígenes tan diversos culminó en la creación de una nueva lengua. Gracias a eso ahora puede uno viajar tan lejos como Filipinas y sentirse un poquito en casa. Supongo.

November 25, 2008

Querido blog:

Yo nunca tuve un diario. Eso sí, intenté comenzar muchos diarios. Muchas veces tomé la resolución de escribir disciplinadamente en un cuadernito todos los días. Y empezaba, según una fórmula que aprendí no sé en dónde: "Querido diario:" Luego llenaba páginas y páginas con una sarta de nimiedades, porque creía que mi obligación era detallarle a mi querido diario -al cual dicho sea de paso, no le tenía el más mínimo cariño- lo que había hecho en el día, cosas como: "Hoy me levanté a las seis, me lavé los dientes, me puse el uniforme; ah no, primero me bañé..."

Lo más aburrido del diario era que nadie lo iba a leer jamás. Ni yo misma. Ni mi madre aunque se lo encontrara accidentalmente dejado a propósito sobre mi cama. Era parte de escribir un diario el guardarlo bajo el colchón o incluso bajo llave, como si contuviera los más atroces secretos de la adolescencia. Se imagina uno que los diarios de las adolescentes están llenos de narraciones eróticas en primera persona o de terribles confesiones sobre los cálculos egoístas detrás de una aparente amistad, o que se desentraña en ellos la madeja existencial de esa etapa liminal de la vida humana. Pero no. Los diarios de las adolescentes están llenos de cosas triviales y tan repetitivas que terminan siendo increíblemente parecidos al guión de El Día de la Marmota.

Cuando fui más grande, siempre que viajé empecé un diario. Entonces no me sentía obligada a escribir todos los días, sino sólo cada vez que el tiempo me lo permitía. Además, mi cuaderno de viaje era buena compañía cuando andaba sola. El problema fue que el alcohol resultó ser la mejor compañía de mi cuaderno de viaje. Al final ellos dos se acabaron entendiendo y cada vez que traté en la sobriedad o en la resaca de repasar lo que había escrito, todo eran garabatos incomprensibles, y el cuadernito terminaba con textura de chicharrón y oblea de pasar tanto tiempo remojado en cerveza.

Tiempo después descubrí la magia del correo electrónico y la función "blind copy". Entonces llené las bandejas de mis amigos con correos colectivos. Generalmente eran propaganda política sentimentalista. Uno de ellos se fue forwardeando y forwardeando hasta que me llegó de regreso, enviado por alguien que a su vez lo había recibido de no sé quién más. Un día lo encontré publicado en famoso blog de referencia obligada en las elecciones del 2006. Ahí venía mi escrito desplegado bajo el decoroso nombre de Anónimo. El que lo posteó lo había recibido cuando la firma original ya se había perdido. Aunque también se perdió en el camino el flamante título que le había puesto ("Gelatinas de nuez"), me llenó de una alegría desconocida y muy parecida al orgullo ver cómo había llegado hasta allá casi intacto mi avioncito de papel.

Para entonces yo me vanagloriaba silenciosamente de ese descubrimiento: "Mi género es el email". Me gustaba el email porque uno selecciona a su audiencia (pace el fenómeno incontrolable del forward); aunque bien no sabe quiénes terminarán leyendo, o mejor aún, contestando, y quiénes lo clasificarán como correo no deseado sin otorgarle siquiera el beneficio de la duda. Pero el email es intrusivo, y en algún momento me llegó a aterrar la idea de que mis amigos asociaran mi nombre con el horrible "sentimiento de espam" -i.e. el rechazo automático que sentía uno en los ochentas al recibir la correpondencia de Readers Digest donde dice que se ganó uno (el derecho a concursar para ganar un boleto para la rifa de) una casa en Acapulco-. Así que decidí abandonar también el rudimentario método del mail colectivo.

Por lo tanto, necesité un lugar más para hacer públicas las estupideces que se me iban ocurriendo en el tiempo de ocio, que para mí es todo el tiempo en que vivo a conciencia. Entonces conocí el blog de Larisa y pues lo que hace la mano hace la tras, lo que hace Larisa lo hago yo, y así es como salí con esto de ponerse las botitas. Los que no somos escritores de profesión escribimos por una sola razón: pasamos mucho tiempo solos. La vida, que es maravillosa, sucede frente a nosotros sin que nadie más lo atestigüe. Tenemos tiempo de sobra para revivir recuerdos, "verlos en cinito", como le dice David. Muchas veces al día me dan ganas de decirle a alguien "¿Viste? ahí va un pedazo de mundo" o "Mira: está regresando febrero de 1994". Pero al lado mío rara vez hay alguien. Y cuando lo hay estoy más ocupada en vivir que en ver la vida pasar. Por eso escribo, Oscar. Por si algún día te detienes por aquí.

November 18, 2008

Inmigrantes ilegales, no me ensucien mi español

El otro día me pidió Fernando, así nomás, que "posteara"(sic) "algo" (sic) sobre esos verbos como postear, bloggear, escanear, chatear, etc. Y a pesar de que seguro la Biblioteca del Vaticano tiene una sección especial dedicada a este fenómeno, aquí va mi humilde aportación seguida de su practi-tip ociolingüístico.

A mucha gente le debe parecer, porque así lo he oido, que el uso de estos gringuismos contamina nuestro idioma. Hay quienes piensan que son verbos del inglés, a los que nomás conjugamos en español, ahi si acaso agregándoles una "e" cuando la palabreja comienza en una secuencia de consonantes incómoda (como le hacemos al eslípin y desde hace mil años los cuates del Cid le hacían a la escuela).

Estos verbos mojados cruzan el Río Grande en sentido contrario con todo y prole: escanear viene con el escaner y el escaneo; chatear llegó con todo y chat. Y bloggear trajo consigo al blog. Pero la verdá es que nos chocan los sustantivos que terminan en consonantes que no sea 'n' o 's', así que de ser posible, quítesela: 'bló'. Al chat se le puede decir 'chad', como un vecino que al pueblo de Zacatepec decidió rebautizarlo Zacateped, y decía "Verdá que vives en Zacateped?"

Pero me estoy desviando del tema. Hace años, mi amigo Pablo, que "trabaja con computadoras" (para mí toda la gente que trabaja frente a una máquina hace algo misterioso y complicado, así que no sé distinguir entre un programador, un computólogo, un ingeniero en informática y un simple gamer yonki), me decía que los españoles, en su obsesión por no "contaminar" la mal llamada Lengua de Cervantes, traducían todos los términos informáticos hasta el colmo del ridículo: ordenador por computadora, ratón por maus, y (aquí viene el comentario controvertido cuya veracidad no me consta) a Windows le dicen Ventanas y Microsoft es Microsuave. Me imagino que en esa misma línea, mi 'gamer yonki' se llamaría 'videojugador drogodependiente'.

Hay que reconocer que el intento de los españolcentristas recalcitrantes por mantener su lengua madre inalterada y sin mancha ha rendido sus frutos: nadie les entiende.

Pero las clases medias y medio educadas, sobre todo en Latinoamérica, han sido menos conservadoras. Por eso hemos recibido sin trabas a tantos y tantos refugiados léxicos del norte, incluso desde antes del boom informático. Ruy se la pasa horas y horas rendereando, yo bloggeando y el Brother debraya con sus posters. Larisa aplicó a un doctorado, Lucero de vez en cuando me eskaipea y Brujo se queja de que no puede multitaskear.

Intermedio:

Ejercicio Españolocentrista
Póngase su camiseta del Real Madrid y rinda honor a la Corona y sus Caballeros de la Real Academia, traduciendo al "español correcto" las seis últimas oraciones del párrafo anterior sin usar raíces mojadas.

(Pista: Si no lo consigue en menos de veinte minutos y sin usar el diccionario, quizás sea porque esas oraciones, de hecho, ya están en español. Y no podrían ser más correctas).


Por eso, más que practi-tip, esta tarde los dejo con la lista que le voy a enviar a los Reyes (pero no a Juan Carlos y Sofía, obvio, sino a los otros, los del grupo étnicamente diverso que le roba los zapatos a los niños pobres en Enero):

Lista de palabras (verbos y sus derivados) que me URGE que se incorporen al español


- Procrastinar
Ejemplo: No terminé el trabajo porque me la pasé procrastinando en facebook.

- Afordar
Ejemplo:
Sabes bien que esa colegiatura no la podemos afordar.
Mejor ejemplo aún:
Esa colegiatura es inafordable.

- Textear
Ejemplo:
Estuve llamando a Lucero, pero no contesta. La voy a textear, mejor.

- Shufflear
Ejemplos:
Si no sabes qué música poner, nomás shufflea.
Hoy sí me gusta cómo está shuffleando mi ipod.

Y esta que no es verbo pero que cómo me hace falta:

- Opinionado.
Ejemplo:
La cosas que escribo en este blog no son tratados científicos. Sólo son despotricos de una ociosa opinionada.

Lista de palabras que ya se pueden llevar, gracias:
- Wokman
- (Peor:) Diskman
- Cidí (nos gustó más el Cedé)
- Dívídí (igualmente, nos quedamos con Dévedé)
- Disket (¡por el amor de Dios!. ¡Llévensela! Sólo mi mamá la usa y ni sabe para qué).

Y así, palabras van, palabras vienen. Algunas vienen de paso, se quedan un tiempo, la gente las deja de usar, y se olvidan. Otras se quedan para siempre. La lengua que recibe esas palabras, técnicamente llamadas 'préstamos', cambia un poquito a partir de ellos, pero nunca radicalmente. Dicho de otra manera, los préstamos nunca han matado una lengua, por muchos que sean.

Me parece que a veces le tenemos a las palabras de origen extranjero la misma fobia irracional que algunos le tienen a las personas de origen extranjero. Y defendemos la 'pureza' de la lengua igual que un neonazi defendería la 'pureza' de su raza: con la ingenuidad de quien no se da cuenta que las lenguas nunca han sido 'puras' y que su existencia es posible precisamente gracias al contacto y al cambio constante. Vemos a los alienígenas con malos ojos, pero bien que los explotamos, y a la hora de hacer el trabajo sucio no hay quien lo haga mejor. O simplemente no hay quien lo haga (¿alguien tiene un mejor nombre para internet? ¿"entrerred"?). Y al cabo de unos años, las palabras inmigrantes, que antes eran ilegales, obtienen su ciudadanía y después ya nadie se acuerda de que el líder, el clip y el folder, el mitin y el jonrón, también llegaron alguna vez a vivir en nuestra lengua como ciudadanos de segunda clase.

November 16, 2008

Aquí nomás, sólo un post sobre 'solamente'...

Alguien me preguntó un día cómo se dice en español "Only Mary got the job". Y lo primero que se me ocurrió, como a todo el que tuvo que aprender inglés en una escuela, es que "only" en español se dice sólo (o solamente, que para mí son exactamente iguales, sílabas más, sílabas menos).

Una vez le preguntaron a Ana algo similar, y ella no dudó en traducir "only" como nomás. Así: "Nomás a María le dieron la chamba".

Anita tiene toda la razón del mundo. Fuera del español escrito, los mexicanos no usamos sólo, o solamente. Solamente usamos nomás:

(1) Para llegar la Central de Autobuses, nomás tienes que cruzar el puente.
(2) Estela nomás comió frijoles.

Claro que (1) y (2) no aparecerían así en un medio escrito. En su lugar, recurriríamos a las correspondientes (3) y (4):

(3) Para llegar la Central de Autobuses, sólo tienes que cruzar el puente.
(4) Estela sólo comió frijoles.

Mis reflexiones ociolingüísticas sobre esta equivalencia me llevan a plantear el siguiente:

Practi-tip lingüístico #5

- Intercambie el uso escrito de sólo por el pintoresco nomás, como hago a continuación con estos fragmentos extraidos de algún lugar por google:

Antes:
(5) Sólo en la última década se identificó a la obesidad como un problema de salud pública.
Ahora:
(6) Nomás en la última década se identificó a la obesidad como un problema de salud pública.

Antes:
(7) Sólo los mandatarios de Italia y España acudieron a la cumbre.
Ahora:
(8) Nomás los mandatarios de Italia y España acudieron a la cumbre.

El uso de nomás en lugar de sólo le añadirá un refrescante toque coloquial a su árido estilo periodístico; además de que le imprime al texto una cadencia de "cantadito".

- Lo verdaderamente interesante empieza cuando se hace el cambio a la inversa. En su conversación informal, sustituya nomás por sólo o solamente. Dele un aire solemne a sus cariñosos intercambios familiares:

Antes:
(9) Ándale chamaco, eeh? Nomás te veo jugando con esa botella y te voy a dar!
Ahora:
(10) Ándele chamaco, eeh? Solamente te veo jugando con esa botella y te voy a dar!

Antes:
(11) Yo le ruego y le ruego, pero nomás no da su brazo a torcer.
Ahora:
(12) Yo le ruego y le ruego, pero sólo no da su brazo a torcer.

Antes:
- Qué haciendo? -Ps, nada, ya ves. Aquí nomás.
Ahora:
-Qué haciendo? -Pss, nada, ya ves. Aquí solamente.

Antes:
-Mañana te pago. -Ándale, nomás no, eh?
Ahora:
-Mañana te pago. -Ándale, sólo no eh?

Antes:
-Porqué pellizcas a tu hermanito??! -Nomás....
Ahora:
-Porqué pellizcas a tu hermanito??! -Sólo....

Espero que este practitip ociolingüístico le sea tan útil como los anteriores. Si tiene idea de otros usos emergentes, urgentes o turgentes de "nomás", y "solamente", o si quiere pasar a saludar nomás por nomás, sólo deje su comentario, que es bienvenido como siempre.

November 13, 2008

Que devuelvan las entradas


I
Me acuerdo que la primera (y última) vez que mis papás me llevaron al cine no me llevaron a ver los Aristógatos o Starwars, sino que, valiéndoles un carajo mi opinión, o más bien porque no tenían con quién dejarme, fuimos a ver el Doctor Zhivago.

Yo debí tener unos cinco años, y no he tenido desde entonces experiencia más aburrida, más desesperante, ni horas más áridas. Para tratar de sobrevivir la función me hacía bolita en el asiento, me dormía, despertaba, me volvía a dormir; pero la película seguía ahí, lenta e incomprensible. Tampoco entendía qué había hecho mal o porqué me castigaban de esa manera.

Recuerdo una escena: el doctor Zhivago ve a la distancia su mujer (después supe que se llamaba Lara), que se perdió al parecer en la guerra o no sé cómo en algún momento en que yo estaba durmiendo. La sigue, la llama, y ella no hace caso. Cuando le toca el hombro y la mujer voltea, no es Lara sino otra persona, una desconocida. Ese momento me conmovió muchísimo. Luego me volví a dormir y durante las siguientes -calculo que unas cincuenta- horas, la película continuó y continuó hasta la eternidad. En algún momento me convencí de que simplemente no terminaría nunca, al grado que no recuerdo si alguna vez salimos del cine o si todavía seguimos ahí.

Obviamente, en cuanto tuve uso de razón, edad suficiente para apreciar la trama y capacidad de tomar mis propias decisiones, decidí nunca volver a ver esa película, ni tolerar ninguna otra que dure más de dos horas. Además me rijo por un principio: si no me engancha en los primeros veinte minutos, me largo.


II
Hoy desperté convencida de que mañana se acaba el mundo, y si no se acaba, da igual. No es que sea especialmente un mal día, es simplemente que la vida parece una película larga, predecible y aburrida. Y sin música. Me duermo y despierto y me vuelvo a dormir y nada cambia: catástrofe continua. El diario lleno de las mismas noticias grises de siempre. Siguen ganando los malos. No hay final a la vista. Me quiero salir del cine.

Dicen que esta certeza sin resignación se llama desesperanza.

November 09, 2008

Más reflexiones ocio-lingüísticas: unos pocos pocos


Hace unos días estaba intercambiando opiniones con Gloria y Vanessa sobre cómo interpretar un anuncio cuya leyenda era "We are looking for a few good women", y que reproduzco arriba con permiso de Gloria, autora de la foto. No coincidimos porque ellas son expertas en interpretar imágenes y yo soy sólo una obsesiva de interpretar palabras. Así que la discusión sobre el cartel la dejo abierta, pero me quedé pensando en la enorme diferencia que hace el uso de "pocos" frente a "unos pocos".

A primera vista, "unos pocos" y "pocos" son intercambiables, excepto un pequeño no-sé-qué que añade el "unos" pero al que, mientras no podamos explicar, llamaremos "énfasis". Por ejemplo, hablando del avionazo del martes pasado, tanto (1) como (2) describen adecuadamente el estado de la opinión pública:

(1) Pocos creen que fue un accidente.
(2) Unos pocos creen que fue un accidente.

(3) y (4) también son intercambiables porque describen la misma situación:

(3) Pocas horas antes de despegar, habían revisado el avión.
(4) Unas pocas horas antes de despegar, habían revisado el avión.

Pero en el lenguaje toda similitud es engañosa, como lo muestran los efectos de nuestro
Practi-tip lingüístico #4

- Intercambie el uso de "pocos" por "unos pocos", primero agregando el "unos". Por ejemplo, al aconsejar a su hijo adolescente cómo debe comportarse en la casa de su amiguito donde va a pasar el fin de semana, no use (5), use (6):

(5) Trata de buscarte pocos problemas.
(6) Trata de buscarte unos pocos problemas.

- Observe el efecto de "unos" convertir una mala noticia -como en (7)- en un buen augurio -como (8):

(7) Con ese historial, pocos bancos moverían un dedo por otorgarle un crédito.
(8) Con ese historial, unos pocos bancos moverían un dedo por otorgarle un crédito.

- Si es usted perito la Dirección de Aeronáutica, usar (10) en su reporte forense en lugar de (9) refuerza la hipótesis de la culpa la tiene, como siempre, el piloto:

(9) El piloto cometió pocos errores.
(10) El piloto cometió unos pocos errores.

A la inversa, si quiere usted perder peso, puede aumentar la efectividad de su dieta si considera que puede eliminar calorías con sólo eliminar la palabra "unos" de su lista de alimentos permitidos. Tache las oraciones como (11) y ponga (12) en su lugar:

(11) En el almuerzo puede comer unas pocas nueces.
(12) En el almuerzo puede comer pocas nueces.

Precaución!!!

Nótese que el contraste "pocos"/"unos pocos" no se puede lograr con "muchos", por falta de la contraparte "unos muchos". Tampoco se puede sustituir "pocos" por "unos pocos" si el primero va modificado por "muy", pues por razones misteriosas, la oración explota (lo que se señala con un asterisco a la izquierda de la oración explosiva):

(13) muy pocos creen que fue un accidente.
(14) *unos muy pocos creen que fue un accidente.

Tampoco realice la sustitiución si "pocos" va inmediatamente precedido de "no", pues el riesgo de explosión oracional es inevitable:

(15) no pocos se tragan la hipótesis del accidente
(16) *no unos pocos...
(17) *unos no pocos...

Esperando que este practi-tip le traiga no pocos momentos de entretenimiento familiar, no se olvide de dejar unos pocos comentarios y nos veremos en pocos días con más reflexiones ocio-lingüísticas!

November 03, 2008

cosas que aprendo de la gente: ofender sin insultar

Jamás volví a saber nada de Cristóbal y la verdad es que nunca había sabido mucho tampoco. O si sabía no recuerdo porque siempre que lo ví andábamos cualquier cosa menos sobrios. Casi todas las escenas, borrosas, que me quedan de él involucran por alguna razón mi chevy rojo, cervezas y un agente de la ley. Y en una de esas fue cuando aprendí el arte de ofender sin insultar.

Esa vez Cristóbal iba manejando en estado inconveniente, como siempre que lo vi manejando, o mejor dicho como siempre que lo vi haciendo cualquier cosa. Entonces un policía preventivo le hace señas para que se detenga. Se acerca el poli al coche para encontrarse, no con el conductor barbero que trata de quedar bien con un "Buenos días oficial" (esa hubiera sido yo); ni siquiera con el conductor malencarado que extiende los papeles y guarda un silencio al menos no irrespetuoso (ese hubiera sido Yuri) No: el que va al volante es Cristóbal, cacatúa argumentadora, sofista neurótico con verborrea que lo primero que hace al bajar la ventanilla es retar al policía:

-"¿Y usted por qué me detiene? ¿Eh? ¿Usted por qué si ni siquiera es tamarindo?"
-"A mí no me dice tamarindo, joven, más respeto"
-"No, si no le estoy diciendo tamarindo. Justo le estoy diciendo que usted NO es tamarindo".
-"Ya le dije que no me diga así"
-"¿Que no le diga cómo?, ¿Tamarindo? Si no le estoy diciendo tamarindo. Le estoy diciendo que usted NO es tamarindo, ¿no me oye?, que usted NO es tamarindo, que no me puede detener".

Una vez a un policía que ya no recuerdo si era este o era otro tuvimos que darle dinero porque a pesar de que ya nos había perdonado la infracción, nos decía: "Ustedes ya váyanse, no hay problema, pero a ese Cristóbal me lo quiero llevar". Y allá se veía Cristóbal a la distancia en rebatinga argumentativa con otro oficial, seguro diciéndole algo como: "No, oiga no, ni se le ocurra ir a chingar a su madre, ni de broma, no vaya, no vaya a a chingar a su madre nomás". Yuri y yo y el otro policía esa vez nos quedamos recargados en el coche viendo a Cristóbal y su contrincante discutiendo a lo lejos. La verdad yo sí entendía la desesperación del poli por llevárselo a los separos, porque Cristóbal no era un infractor cualquiera, era un infractor insoportable. Al final dejaron que nos lo lleváramos no sé si porque ya no lo aguantaban o porque les parecieron suficientes los cuarenta pesos (no quisimos dar más) que pagamos por que lo dejaran ir.

November 02, 2008

El tiempo de los idiotas

"Si hubiera parque, no estarían ustedes aquí", hizo mal en decir el General Pedro María Anaya (en cuyo honor se bautizaron la estación de metro del mismo nombre y el callejón epónimo), cuando el general Twinkis entró a exigir la rendición de las armas y las municiones en el convento de Churubusco. Esta frase ha sido calificada por Ibargüengoitia como una de las frases célebres más vergonzosas de la Historia de México. Y con toda razón: ¿Qué hombre de armas que se precie pasa a la historia con una futura frase célebre que comienza en subjuntivo?

Dice entonces el saber popular que "el hubiera no existe" o que "el hubiera es el tiempo de los idiotas" (sic). Idiotas. De eso trata el post de hoy.

Para empezar, quisiera aclarar que hay dos tipos de "hubiera": el del General Anaya, que es el que se escucha también en oraciones como (1) y (2):

(1) Si hubiera cocas, prepararíamos unas cubas en el parque.
(2) Si no hubiera internet, estaría colgada de un poste.

Lo vamos a llamar 'hubiera' de existencia, porque es el subjuntivo del 'haber existencial', sobre el que habrá un post algún otro día. Por hoy, este "hubiera" no nos interesa.

El otro "hubiera", que es al que se refiere el saber popular como "tiempo de los idiotas", es el subjuntivo del auxiliar "haber". Este auxiliar va siempre seguido de un verbo en participio, como en (3):

(3) "No he comido huevos de tortuga".

El auxiliar "haber (+ verbo)" a su vez aporta el significado de aspecto perfecto (imagínense, pa pronto, un pasado, pero bien bien consumado). Por lo tanto, a su contraparte en subjuntivo, que es la que aparece en cursivas en (4):

(4) "No hubiera comido huevos de tortuga"

lo podemos llamar "perfecto de subjuntivo".* Pero nosotros lo vamos a llamar, acorde con la gramática popular, "tiempo de los idiotas". (Estrictamente, no es un tiempo, sino un aspecto/modo, pero eso lo digo como acotación para los literatos porque la categoría gramatical de adeveras en este blog importa un carajo).

El "tiempo de los idiotas" adquiere su nombre a partir de la consideración de que quienes lo usan sólo pueden ser idiotas, porque refiere a un hecho que no sucedió y cuyas consecuencias sin embargo el hablante se empeña en calcular. En este caso, aparece a menudo precedido de "si...", como en el siguiente ejemplo:

(5) Contexto: Domingo a las 9 de la noche, algún día de 1987:
Niña de primaria: -Necesito una lámina de la expropiación petrolera.
Madre enfurecida: -¡Niña tonta!! ¡Si me hubieras dicho antes no tendríamos que salir a buscar una papelería abierta a estas horas!

Pero ahí está que lo que no se dijo a tiempo no se dijo, por lo tanto los reproches de la madre en (5) no tienen ninguna utilidad. Lo importante en ese contexto es saber de dónde carajos sacar una lámina de la expropiación petrolera en domingo a las 9pm. O inventar una buena excusa para no llevar la tarea a la escuela el día siguiente.

El "tiempo de los idiotas" también aparece en oraciones no condicionales para expresar arrepentimiento (en primera persona) o, nuevamente, reproche o lamentación (en segunda o tercera personas). Para darle expresividad, puede ir precedida de "¡Chin!" enfático en el primer caso:

(6) Contexto: Se viene un tormentón. Nubarrones a lo lejos.
-¡Chin! ¡Hubiera traído paraguas!

Si el "hubiera" se conjuga en segunda persona ("hubieras"), se acompaña a menudo de un encolerizador como "¿Ya ves?" o "Te lo dije":

(7) Contexto: Inminente derrumbe del peso.
-¿Ya ves? Hubieras comprado dólares en agosto.

Conjugado en tercera persona "hubiera", va antecedido de una interjección de lamentación "uuy" (slang mexicano: "chale"), expresando deploración ante algo que es el caso; o bien externando el deseo de que algo que no sucedió hubiera sucedido:

(8) Contexto: Después de que McCain gana las elecciones el martes próximo**
-Uuuy, hubiera ganado Obama.

Resumen: por qué "tiempo de los idiotas".
Se le llama "tiempo de los idiotas" al perfecto de subjuntivo porque se piensa que sólo un idiota se toma la molestia de hablar de aquello que nunca pasó, de expresar cuánto le gustaría que hubiera pasado, de reprocharle a su interlocutor advertencias desoídas, y en general de pensar en lo que pudo haber sido verdad en lugar de enfocarse en lo que es verdad en el presente (que es, según este mismo razonamiento, el tiempo de los listos).

Pero esta apreciación es completamente errónea: resulta que hablar sobre lo que no sucedió involucra un cálculo mucho más complejo que hablar simplemente sobre lo que sí sucede. Al hablar en subjuntivo no sólo referimos hechos del mundo real, sino que nos transportamos a mundos distintos del actual, mundos alternativos (técnicamente llamados mundos posibles), y más sorprendentemente aún, una vez situados en esos mundos podemos calcular lo que a partir de ahí es posible o imposible; es decir, podemos saltar a mundos alternativos a los mundos alternativos. La lógica del subjuntivo es infinitamente más compleja y rica que la lógica de referirse llanamente a lo que sí sucedió usando sólo el modo indicativo.

Practi-tip lingüístico de hoy:

Ejercite su capacidad de abstracción y cálculo de posibilidades. ¡Use el subjuntivo!

Nunca dude en externar su lamentación, arrepentimiento o reproche mediante el uso de "hubiera(s) + verbo". Si alguien le reprime por usar el "tiempo de los idiotas", argumente exclusivamente en subjuntivo.

Ejemplo 1:
A-Hubieras comprado la cámara que estaba en oferta.
B-El 'hubiera' no existe, el 'hubiera' es el tiempo de los idiotas.
A-Por eso, si no hubieras sido idiota, hubieras comprado la cámara que estaba en oferta.

Ejemplo 2:
A-Lo siento jefe, ya son las cinco. Si me hubiera dicho media hora antes, le tendría el oficio para hoy, pero como ya es mi hora de salida, lo voy a redactar hasta mañana.
B-Pues no me importa el hubiera, quiero ver ese oficio en mi escritorio hoy mismo.
A-Si, el oficio está hoy mismo en su escritorio, en este momento. Sólo que en un mundo alternativo, donde usted me avisó que lo necesitaba hace media hora y no cinco minutos antes de que yo deje la oficina. Eso es lo que quiere decir "si me hubiera dicho ..."

Desestabilizador semántico-conceptual:
Use el 'hubiera + verbo' en contextos donde lo que describe de hecho es el caso, o cuya falsedad está por verse. Diviértase con la cara de desconcierto de sus interlocutores y finja demencia (ver lista de próximos posts sobre el tema "fingir demencia").

Ejemplo:
En una reunión de la oficina de gobierno donde usted trabaja, un jueves "echando la ficha" uno de sus compañeros burócratas panistas panzones se queja de la crisis financiera:
A-Sssstá de la chinga'a tod', caa'n.
B-Sí, oye. Mejor hubiera ganado Calderón en 2006.
A-¿A poco eres pejista p'nch' nac'?
B-No, si fuera pejista no desearía que hubiera ganado Calderón. Yo nomás digo que mejor hubiera ganado Calderón en 2006.

Después de tanto practi-tip tan impráctico, me queda claro que mejor no hubiera escrito este post. En los próximos practi-tip lingüisticos hablaremos de:
-Maneras de insultar sin insultar.
-Etnita "finge" demencia.
-Palabras que no existen, pero que nos gustaría que existieran.
-Por qué no hay "los pájaros" en el alambre.
-¿Usted platica sus sueños? ¿Pa qué?
-Sólo sobre solamente y nadamás.

Notas:
*el verdadero nombre con apellidos del tiempo de los idiotas es "pluscuamperfecto de subjuntivo", pero al pensar que un terminajo así haría a mis lectores "pulsar la barra de retroceso de su navegador" decidí llamarlo temporalmente "perfecto de subjuntivo", de manera igualmente pedante, pero más corta.

**ni lo mande Dios

October 30, 2008

Hay días

Yo me acuerdo que empecé este blog primero conjurando contra San Valentín y luego desahogándome de una rabia premenstrual que después se convirtió en postmenstrual y luego en semipermanente y acabó con un auto-internamiento de semanas en mi propia recámara, durante las cuales salí de mi cama tan pocas veces como fue necesario, reduje los baños a uno cada tercer día y comí más chocolates que en mi vida entera. Durante ese tiempo, también, escribí prolíficamente en un intento por aferrarme al hilacho de sano juicio que me quedaba cuando no estaba leyendo a chorros a García Lorca y a Pizarnik, haciendo cálculos sobre el costo de la repatriación de restos, o de alguna otra forma revolcándome en miseria autoinfligida. Agradezco a las agencias funerarias y sus precios incosteables por haberme disuadido de tomar decisiones extremas, a Alex por haberme provisto de todas las endorfinas Hersheys con las que sobreviví, a la fiel Larry por soplarse los posts más aburridos de la blogósfera, a la autista de mi ex-rummeit por jamás haberse asomado a preguntarme cómo estaba. Pero sobre todo le agradezco a la ciencia médica el haberme regresado a los niveles normales de serotonina. La solución a todo, quién iba a decirlo, no está en el arte, ni en el amor ni en el dinero, sino en las pastillas.

Los meses que siguieron la vida fue entre normal y felicísima y he sobrevivido cuatro mudanzas, una invasión de chinches, una crisis financiera personal, un enamoramiento grave, empleo y desempleo, una tesina con todo y defensa, un rompimiento con un buen amigo, varios adioses y casi todo de buen humor. Casi todo de buen humor, menos lo que no lo merecía (como la defensa de la tesina enmedio de la última mudanza, cubierta de piquetes y sin haber recibido mi primer cheque del semestre). Y los días que no fueron buenos se han compensado con creces por otros momentos que han sido inmerecidamente maravillosos.

Pero hay días y días. Hoy fue uno de los primeros en muchos meses en que me siento incomprensiblemente triste. Sin mucho motivo y por lo mismo sin mucho remedio. Me quedé dormida viendo la tele. Desperté a las siete de la noche pensando que eran las siete de la mañana. Eso, siempre que pasa, tiene el efecto inevitable de ponerme muy nostálgica. Las razones son largas de contar y las dejo para otro día. Me desperté pues en modo poético, no tan Pessoa pero sí me podría haber echado un Vallejo o un Gelman. En lugar de eso me encontré el último poema de Alejandro Aura. Es lo más conmovedor que he leído en mucho tiempo. Me recordó cuando recibí la noticia de la muerte de Cristiana y escarbé en busca de su último correo, uno que había escrito meses atrás. Lo más triste del mundo debe ser vivir condenado. Lo segundo más triste es leer la despedida de los que ya se fueron. Cómo nos van a extrañar, dicen, ellos que nos dejan y que no pueden dejar de dejarnos. Nos lo dicen llenos de miedo aunque traten de ocultarlo, porque ellos tampoco saben a dónde van. Lo tercero más triste es ver cómo disfrutan el día en que pueden salir a la calle o comer pizza o ver a unos amigos. Así como en esos días fríos y nublados cuando buscamos la banca a la que le da el único rayito de sol que sale entre las nubes espesas. Ya sabemos que se va a cubrir de gris de nuevo, pero ese circulito de luz no se puede desperdiciar mientras dure. Así viven sus pocos días los que saben la fecha de su partida. Así los vivimos todos.

Lo triste es lo definitivo. Lo segundo más triste son las despedidas definitivas. Lo tercero más triste es saber que se tiene uno que despedir y para siempre.

October 26, 2008

Siempre no siempre es siempre

Soy lingüista y últimamente siento una terrible necesidad, como lo ha notado bien Larisa, de justificar mi profesión. Así que para no sentir que pierdo tiempo escribiendo en este blog, y para no sentir tampoco que descuido el blog perdiendo el tiempo con lingüistas, me he decidido a combinar las dos cosas en una sola entrada, así pierdo el tiempo una vez y no dos. La vez pasada inserté un practi-tip sobre el uso de "nunca", "jamás" y "jamás nunca". Ahora nuestra atención se vuelca a su contraparte, siempre:

Imagínese que es usted un hablante nativo de cualquier otra lengua que no sea español (inglés, chinanteco, o hindi, pongamos por caso). Y ahora imagínese que está tomando clases de español y entre muchas otras cosas le enseñan el significado de la palabra "siempre". "Siempre" quiere decir algo así como "todas las veces", "en todas las ocasiones", "todo el tiempo". Así por ejemplo: "Siempre que voy al cine me quedo dormida" = "Todas las veces que voy al cine me quedo dormida"; "Siempre quise ser diputado" = "Todo el tiempo quise ser diputado".

Bien, ahora suponga usted que viene de vacaciones a México a estrenar su nuevo conocimiento de la mal (pero muy mal) llamada "Lengua de Cervantes". Para asegurar inmersión total en el uso cotidiano de la lengua, se hospeda usted con una familia de amigos de la colonia Portales. Y al principio todo va bien, van a pasear al zócalo y el jefe de la familia le dice:
-"Siempre viajamos en metro".
Traduce usted mentalmente la oración anterior por su correlato que en inglés, chinanteco o hindi quiera decir "Todo el tiempo viajamos en metro". La regla funciona perfectamente.

Conforme avanza el día, las cosas se ponen más complicadas. La señora de la casa decide cambiar el medio de transporte:
-"Mejor vamos a tomar un taxi, siempre y cuando no pase el pesero".
Contínua usted traduciendo conforme a la regla: "Mejor vamos a tomar un taxi, todas las veces y cuando no pase el pesero". Empiezan los problemas. La oración resultante no parece tener mucho sentido en su propia lengua.

La situación se pone aún peor cuando la niña de la familia le dice:
-"Siempre sí nos vamos en taxi".
¿"Todas las veces sí nos vamos en taxi"?; "¿Todo el tiempo sí nos vamos en taxi?"

O de plano le dan la información contraria:
-"Uuy, no. Siempre no nos vamos en taxi".
¿"Todas las veces no nos vamos en taxi"? ¿"Todo el tiempo no nos vamos en taxi?"? O sea, ¿"Nunca nos vamos en taxi"?

¿Qué quiere decir "siempre"? ¿Por qué "siempre" es tan complicado? De dónde sale ese uso mexicanísimo de "siempre no" generalmente precedido por "que dice mi mamá", e.g. "Que dice mi mamá que siempre no le va a pagar esta semana, que se de una vuelta la semana que entra".

"Siempre no", ¿no es una contradicción? ¿Por qué no quiere decir "nunca"? ¿Cómo se dice en otras lenguas?: ¿"(My mother says that) she is always not going to pay"? ¿"sempre non"? ¿"tojours ne... pas"? ¿Quién fué el primero que dijo siempre no, y qué tenía en la cabeza cuando dijo eso?

Practi-tip lingüístico de hoy:
(1) Siempre que vaya a usar la secuencia "siempre no", invierta el orden por "no siempre":
Antes:
Siempre no vamos a ir a Disneylandia, porque está carísimo el dólar.
Ahora:
No siempre vamos a ir a Disneylandia, porque está carísimo el dólar.

(2) Sorprenda a sus amigos usando la secuencia "siempre no" para referirse a un hecho que no sucedió pero que de cualquier manera nadie se esperaba que sucediera. Ejemplo:
Así de la nada, en una fiesta, arroje una oración como "Siempre no puse ninguna bomba en San Lázaro". Lo cual es estrictamente cierto: no puso usted (ni yo, ni nadie, que yo sepa) ninguna bomba en San Lázaro. Pero el "siempre" antepuesto a "no" le da a su oración ese saborcillo desconcertante que será un buen entretenimiento para sus conversaciones.

Si tiene usted sugerencias sobre nuevos o viejos usos asistemáticos, antiestéticos, contraintuitivos o analgésicos de la palabra "siempre" o de cualquier otra cuyo significado le sea un misterio, no dude en contactar al consejo editorial de este blog.

Hasta el próximo practi-tip lingüístico!

October 22, 2008

el fantasma en abrigo de lana

Hace siete años vi la primera de las tres escenas que más me han impactado en la vida. Siempre me prometí escribir sobre ella pero tenía miedo (y tengo aún) de no poder describir fielmente el desconcierto de vivirla. Pero hoy me vino a la mente porque como un presagio oscuro regresó a mis ojos por segunda vez.

Era agosto, era invierno y era Buenos Aires. A un lado mío iba caminando Oscar, y del otro lado otra persona que ya nunca más vino al caso. No recuerdo exactamente dónde adábamos, pero recuerdo que íbamos a un lugar cerca del Abasto, y ya estábamos por llegar. A lo lejos, en la puerta de un restaurante, esperaban tres hombres maduros, de entre cuarenta y cincuenta años, con abrigos de lana de muy buen corte. Uno de ellos llevaba un abrigo verde oscuro, que no es un color muy común, pero sí muy elegante y por eso lo recuerdo bien. Estaban extrañamente parados en la orilla de la banqueta, un poco demasiado lejos de la puerta del restaurante para ser comensales en lista de espera, y eso fue lo segundo que me llamó la atención. Estaríamos a unos veinte metros de ellos cuando salió del restaurante un garrotero con una bolsa negra de basura. La colocó junto a los tres hombres en la banqueta. En cuanto el garrotero se dio la vuelta, el del abrigo verde tomó dignamente la bolsa y los tres se alejaron a unos cuantos metros de la entrada discretamente dando pasos cortitos. Colocaron de nuevo la bolsa de basura en el suelo y con sumo cuidado empezaron a hurgar buscando comida. Sus modos lentos y su vestimenta muy limpia revelaban que eran nuevos en el oficio de vivir de los desperdicios. Oscar, yo y la otra persona que no viene al caso seguíamos caminando rumbo a ellos y en el momento en el que abrían la bolsa pasamos a su lado. Todo esto que me toma tanto tiempo narrar, en la realidad sucedió en una secuencia rápida, inesperada e incomprensible. Oscar y yo nos volteamos a ver uno al otro y no supimos qué decirnos. Buscábamos en el otro alguna explicación. Luego Oscar dijo lo que me estaba temiendo: "No entendí". Seguimos caminando en silencio. Nunca más tocamos el tema.

Durante muchos meses rumié esa escena tratando de encontrarle sentido, pero la explicación llegó por sí misma en diciembre de 2001. Lo que vimos Oscar y yo fue el fantasma silencioso y cotidiano de la recesión meses antes de que se anunciara la caída estrepitosa de la economía argentina. Para agosto de ese año, el desempleo ya llegaba casi al veinte por ciento, hecho del que por supuesto nosotros, turistas inafectados, no teníamos ni idea. En mayo del siguiente año el desempleo alcanzaba a uno de cada cuatro argentinos.

Esto es Nueva York y aquí todos hemos recogido alguna vez algo de la basura. Yo, por ejemplo, una mesita con chinches y una revista de modas, Lucero unos zapatos de niño que tuvo el descaro de llevarle de regalo a un sobrino, Paola un banco de rafia espantoso al que nos referíamos como "Tavolino", y así... Además lo hace uno con un cierto orgullo, con ganas de presumirle a alguien "mira nadamás qué tesoro me conseguí y sin pagar un sólo centavo". Pero hurgar en busca de comida o de cosas que vender es un oficio propio de la gente que vive en la calle, que de por sí no es poca (por cierto, este flog buenísimo es un registro maravilloso de esa otra parte de la ciudad, no tan sex-and-the-city, con personajes intensamente más humanos e interesantes que Carry y Miranda). Asi que ver a alguien merodeando una bolsa de desperdicios no es por supuesto cosa del otro mundo.

A pesar de las escandalosas imágenes de los brokers de Wall Street histéricos y desconsolados, las gráficas de los índices en picada y los titulares sensacionalistas de los periódicos, hasta ahora la vida común y corriente ha estado transcurriendo envuelta en miedo, pero aparentemente en normalidad. Pero hoy vi cerca de mi casa una escena que estoy segura de que nadie en mucho tiempo había visto en el país más rico del mundo: un hombre maduro, de entre cuarenta y cincuenta años, con abrigo de lana de buen corte y pinta de clase media, inclinándose tímidamente sobre el bote de basura de una casa particular en busca de comida. Esta vez Oscar no venía conmigo pero ya no había quien pusiera cara de 'no entendí'. Lo pude reconocer a la primera: era el fantasma cotidiano de la recesión, apareciéndose discretamente como acostumbra, para anunciar oficialmente la catástrofe.

borrarse del mapa

Primero empecé por añadir amigos, luego por borrar amigos y luego por borrarme a mí misma. Después de siete meses de intensa actividad, he desactivado mi cuenta en facebook en un arranque de ermitañismo (¿existe esa palabra?) y sentido de la realidad. Sólo por variar, quiero ver qué se siente vivir en el lugar donde uno vive, trabaja y toma el metro todos los días, y no a 3,500 kilómetros de ahí. Vamos a ver. Por lo pronto, los primeros cinco minutos se sienten como cuando después de media hora se baja uno de la caminadora y los pies apenas se acostumbran a que sentir que el piso no se mueve. Es extraña la vida cuando es normal.

October 18, 2008

yo produzco ocio, y usted ¿qué produce? ¿deuda?

Cuando mi hermana salió de la prepa, mi abuela, que trabajó como maestra rural durante cincuenta años ganando un sueldo miserable, la obligó a hacer la promesa más injusta que yo he visto a alguien hacer en una familia que se jacta de progresista. Así, en abierto chantaje le dijo, mientras le sostenía la mano y la miraba con ojos lastimeros: "Mi última voluntad es que nunca, nunca vayas a estudiar antropología. Prométemelo". Mi pobre hermana no tuvo más remedio que aceptar a medias la voluntad de mi abuela (que, dicho sea de paso, no fue ni de cerca la última), así que entró a la ENAH, terminó el propedéutico y se salió de ahí a estudiar derecho. La historia de las múltiples carreras truncas de mi hermana es larga y no es lo que me ocupa en esta entrada. Lo que me ocupa es esa manera de pensar que representaba tan bien mi abuela, según la cual hay profesiones con las que "se muere uno de hambre" y profesiones con las que no. Para no "morirse de hambre" hay que estudiar derecho, administración de empresas, ciencias de la computación (sic), y mercadotecnia. Incluso alguna ingeniería (ingeniería en sistemas, por ejemplo, pero no ingeniería agropecuaria, por supuesto). Los que de plano están irremediablemente inclinados a las humanidades pueden estudiar psicología, pero sólo si se dedican después a la psicología corporativa (también sic, las corporaciones no tienen psique, los que tienen psique y por cierto muy retorcida son los CEOs). O ya, si se tienen de plano dotes artísticas difíciles de disimular, arquitectura o diseño gráfico. Pero nada más.

El extraño en el bar (o en el metro, o en la fiesta de unos abogados que conocí por accidente), que como su nombre lo dice es un extraño diferente cada vez, siempre hace las mismas preguntas que no entiendo, y en el mismo orden:

(1) "Lingüística. Mmm, qué interesante. Y en qué lengua?". (Antes era "¿Cuántas lenguas hablas?", pero al parecer ya se ha insistido suficiente en que los lingüistas no somos intérpretes y por lo tanto no tenemos obligación de hablar fluidamente ninguna lengua, incluida la materna). A pesar de que he oído esta pregunta incontables veces, confieso que me sigue aturdiendo. Nunca sé qué contestar, así que mi reflejo inmediato es echar la cabeza para atrás, abrir los ojos muy grandes y pedir que me la repitan: "¿Cómo que de qué lengua?" En ese momento el interlocutor generaliza en silencio sobre la falta de sagacidad de los lingüistas. Pero es que en serio hasta la fecha no me puedo quitar la idea de que esa pregunta es capciosa.

(2) "Sí, o sea, ¿lingüística del inglés, del español...?" me inquiere con harta paciencia. Aquí seguro frunzo el ceño cada vez más y trato de entender que en el imaginario popular el lingüista pasó de ser "la persona que sabe muchas lenguas" a ser "la persona que sabe sólo una lengua, pero muy, muy bien".

Así que si en esos días estoy de culto a Chomsky, respondo encantadoramente: "Ninguna lengua en particular. Los lingüistas nos dedicamos a estudiar las reglas que conforman la Gramática Universal. Aunque usted no lo crea, todas las lenguas del mundo tienen una base común que bla bla bla". Pero generalmente opto por una respuesta completamente falsa, amarillista y taquillera: "Me especializo en P'urhépecha. Una lengua de Michoacán que no tiene parentesco con ninguna lengua en América pero que casualmente tiene muchas similitudes con el Húngaro y el Turco". A la gente le encanta encontrar parentescos impensados, así que la novedosa asociación "Michoacán-Hungría-Turquía" les suena de interés. Y cuando lo que quiero es cortar la conversación de tajo simplemente digo "Lingüística del Español". Aunque eso, por supuesto, no exista.

Independientemente de la respuesta que dé a (2), la conversación en algún punto va a parar a la siguiente (y última) pregunta de la serie:

(3) "Mmmm qué interesante. ¿Y eso para qué sirve?" Knock-out. Tengo una respuesta tajante, también falsa, para esta pregunta, pero no la voy a repetir aquí. Si quiero hacerme la interesante, lo cual pasa muy a menudo, termino poniéndome a mí misma en la situación donde me alejo de mi cómoda arena y termino hablando de temas de los que no sé absolutamente nada. Por ejemplo, se me ha ocurrido decir que los lingüistas buscamos las reglas que se pueden hacer instrucciones para hacer hablar una máquina. Las personas que piensan que Inteligencia Artificial es lo que está detrás de la voz sintetizada y gangosa que dice en el banco "Pa.sea.la.ca.ja...cua.tro", saltan de inmediato a la conclusión de que los lingüistas salen sobrando porque las máquinas de hecho ya hablan. Los que saben que esto no es posible concluyen que el lingüista debe ser un pobre ñoño que estudia un doctorado en el MIT para servirle se achichintle a uno más listo que estudió una carrera corta de programador analista en la Universidad Insurgentes campus Metro Chabacano.

He estado mucho tiempo pensando en una respuesta a (3) que ni sea falsa, ni tampoco verdadera e incomprensible, y al mismo tiempo que devuelva la ofensa de poner en duda la utilidad de nuestra profesión. Y todo esto sin tener necesidad de mencionar a las huestes oscuras que venden sus servicios al Departamento de Defensa de Estados Unidos. Porque aunque esos sean los que hacen dinero, de ninguna manera representan al gremio.

Ahora que se ha caido el teatrito de mover al mundo con dinero sin respaldo, las profesiones "productivas" se han devaluado ante la mirada pública como lo que son: hacedoras de dinero ficticio. Y es que las "profesiones productivas" son por definición las profesiones bien remuneradas, y las profesiones bien remuneradas son las profesiones productivas, en un círculo vicioso común de la lógica capitalista. El hombre productivo no es el que produce conocimiento -ése es un ocioso-, ni el que produce dinero con trabajo -ése es un lumpen-, sino el que produce dinero con dinero -ése es un "ganador"-. Pero ahora que se ha desvelado (por enésima ocasión, como si no hubiera sido obvio desde antes) el gran timo neo-liberal, resulta que producir cientos de miles de dólares al año en este planeta no tiene más valor que producir cientos de miles de panchólares. Bueno, quizá la analogía es injusta: los panchólares al menos tienen respaldo de chocomilk, los dólares, respaldo de deuda, o sea, de nada. La vida nunca se pareció más a un juego de turista. La próxima vez que un abogado o un empresario me pregunten qué tiene de productivo ser lingüista, o antropólogo, o psicólogo social, pienso contestarle que la única diferencia entre él y el resto es que él tiene la capacidad de endeudarse por más billetitos de colores del Banco Anáhuac (ese que tiene el sello de un niño en un burrito), que a su vez están respaldados por grandes depósitos de menos billetitos del Banco de la Felicidad, que a su vez... Y que al final es más productivo emplear el tiempo preguntándose qué nos distingue de un chango, o porqué se parecen el P'urhépecha y el Húngaro, o porqué en el Istmo de Tehuantepec el trabajo se divide de manera diferente que en Nueva Guinea, o cómo llegaron a Teotihuacan esas piezas de concha del Perú, que dedicar la vida a matarse en una oficina para coleccionar billetes Mi Alegría.

October 15, 2008

yo por eso no cocino

No sé quién fue, pero probablemente fue mi hermano Abel el que acuñó el término. Cada vez que me ve comer arroz frío recién sacado del refri, pone cara de espanto, insiste en que lo caliente en el micro y ante mi necedad termina diciendo en tono de reproche: "No cabe duda de que comes como soltera".

Soy soltera, por lo tanto cocino menos de una vez al mes. Y no es que no me guste cocinar, al contrario, me encanta, pero no puedo hacerlo muy a menudo. Qué más daría yo porque en las mañanas, en lugar de tomarme tranquilamente mi café recién hechecito con pan tostado y mermelada de naranja, me pasara el desayuno sin masticar y dedicara los veinte minutos que me quedan a picar verduras a la velocidad de la luz para prepararme un suculento lunch que comería bajo la placentera luz de halógeno de mi oficina. O que los domingos, en lugar de echarme a ver películas ochenteras tontas y reírme a carcajadas con mi rummi, pudiera yo pasar varias horas en la cocina perfumándome los dedos a ajo y cebolla preparando cazuelas de guisados deliciosos para disfrutar entre semana, a la hora de la cena, frente a la tele y sin mi rummi, viendo noticias deprimentes. Me encanta cocinar, y cocino de maravilla, pero lamentablemente no puedo hacerlo con la frecuencia con la que quisiera.

Tampoco es falta de tiempo. Tiempo desperdicio muchísimo, como si lo regalaran, en cosas menos placenteras y menos importantes que cocinar. No: es el maldito capitalismo el que me aparta de la estufa.

Y es que para cocinar, pues hay que comprar los ingredientes: primer filtro. Y para cocinar siendo soltero, hay que comprar los ingredientes en cantidades razonables: segundo filtro. "Cantidad razonable" es un concepto extraño al capitalismo, que en su lugar confía en la abstrusa noción de "Value". "Value" bien no sabría definirlo, pero es un término relacional, una proporción entre cantidad y precio (calidad creo que no entra en juego), que se puede resumir en la máxima "mientras menos compre usted, más paga". Si uno compra mucho, y paga mucho, entonces eso que uno compra tiene (¿o da?) Value, porque pudo bien haber comprado poco, y pagado mucho, en cuyo caso no habría (¿o ganaría?) Value.

Bueno, a mí me encanta cocinar, como ya lo dije, pero sobre todo me encanta cocinar con poro. Da mejor sabor que la cebolla, no hace basura y no apesta los dedos. Tampoco hace llorar. "El poro es la nueva cebolla" ("Leeks are the New Onion", por decirlo en fórmula hipster).

Hoy no fui a la escuela por causas ajenas a mi voluntad pero muy bien recibidas por ella, así que decidí cocinar como Dios manda: verduras con carne y poro. Pero en el super de la esquina, que es un minisuper, haga usted de cuenta El Sardinero del Upper East Side (o sea, no es Costco ni la Central de Abasto), resulta que no venden poros más que en paquetes de cuatro o cinco tallos, y yo sólo necesito uno. Le pregunto al dependiente si no tienen paquetes más chicos o si no puedo comprar sólo la mitad de lo que está en el paquete, y por supuesto, reacciona ofendidísimo. No: sólo se puede comprar poro si está usted dispuesto, bien a cocinar para el Ejército de Salvación, o bien para menos de tres personas y tirar los cuatro dólares que sobran a la basura. Yo antes que ver comida pudriéndose en el refri, prefiero ir directo con la cartera al baño, aventar los billetes al excusado y jalarle. Al menos después no tengo que limpiar el cajón de las verduras.

Total que no, bajo el régimen capitalista no hay verdura para cocineros solteros, al menos no para solteros con principios tan férreos y presupuesto tan estrecho como los míos. Yo por eso no cocino y viva el sandwich de jamón.

October 05, 2008

requisitos de admisión: prueba del malvavisco

Hay un tal señor Walter Mischel que hace tiempo inventó la famosa Prueba del Malvavisco. En mi pueblo a los malvaviscos les decimos "bombones", pero prefiero aquí no dar lugar a malos entendidos llamando a la prueba de Mischel "Prueba del Bombón". Así que le dejo el nombre en español estándar. La prueba consiste en poner unos niños de cuatro años frente a un malvavisco y decirles que tienen dos opciones: comérselo en ese momento o esperar unos minutos para recibir un malvavisco más, y con ello comerse dos bombones dos. Lo interesante es que el estudio continúa varios años después, cuando estos niños salieron de la prepa. Los resultados indican que los niños que se aguantaron tantito, y por lo tanto obtuvieron dos malvaviscos, al pasar de los años sacaron más altas calificaciones, y eran más populares en la escuela, en comparación con los avorazados que no pudieron esperar y se tragaron el bombón no bien les terminaron de dar las instrucciones. Luego este otro sujeto hizo muchísimo dinero incorporando los resultados de la prueba científica en su teoría de autosuperación e inteligencia emocional. La irrefutable conclusión: reprimir la búsqueda del placer inmediato en favor de la gratificación diferida es el secreto del éxito social y personal, y está en relación directa con la capacidad de alcanzar las metas que uno se imponga. El que se aguanta, gana, pues. Los perdedores no se aguantan y por eso pierden.

El malvavisco en la Educación Superior
En la puerta de mi escuela no hay, pero debería haber, un letrero que diga: "Muchos serán los convocados pero pocos serán los elegidos". Estoy pensando que en los procesos de admisión para instituciones de educación superior se deberían exigir los resultados de la Prueba del Malvavisco. La convocatoria, por ejemplo, de la UNAM, rezaría: "Requisitos: -Acta de nacimiento original; -Certificado de Bachillerato con promedio mínimo de 8.0; - Copia notariada de los resultados de PM (Prueba del Malvavisco)". Siendo consecuentes, la prueba del malvavisco debería ser aplicada de manera obligatoria a todos los niños al cumplir los cuatro años. Con este simple diagnóstico, nos ahorraríamos miles de millones en estudiantes desertores, procrastinadores, fósiles, indecisos y perdedores en general. No tendríamos problemas de drogadicción en las escuelas, porque los niños que llamaré "Clase Bombón I" (o sea, los que esperaron al segundo bombón) obviamente no van a ceder al placer inmediato de inhalar cocaína si en lugar de ello pueden acceder al placer, menos inmediato, pero más seguro y a largo plazo redituable, del éxito académico.

El malvavisco en la sociedad actual
Y llevando los resultados de la Prueba del Malvavisco de la superación personal a la teoría social, el estudio de Mischel sustentaría bien la división de los ciudadanos en dos grandes clases. Los "under-achievers" corresponden a la Clase Bombón II, los que se tragaron el malvavisco sin esperar a una mayor recompensa. Los pacientes y visionarios son Clase Bombón I. La gente que entra a empujones en el metro, los que se meten en la cola del banco, los que se salen del bar sin pagar son indudablemente Clase Bombón II. Los líderes empresariales y los que cosechando sus esfuerzos se ganaron un hueso en gobierno son Clase Bombón I. Mariguanos de Las Islas, intelectuales de Los Arcos, apostadores, poetas que editan sus propios libros y los venden en cafés de Coyoacán, estudiantes de tres licenciaturas todas ellas sin terminar, homosexuales que prefieren el placer carnal inmediato antes que la dicha de la reproducción, desempleados y despedidos, víctimas del recorte de personal, compradores compulsivos, seguro se comieron el bombón antes de tiempo. Señoras de perro lanudo, CEOs de transnacionales, banqueros evasores de impuestos, dueños de maquiladoras explotadoras de trabajadores sin derechos laborales, atletas de alto rendimiento, Ivy-leaguers y Cuellos Blancos en general, son los que esperaron el segundo bombón. La lucha de clases, ese concepto trasnochado, es reemplazada por un concepto más explicativo: la lucha interna entre el placer inmediato y la satisfacción diferida.

A donde quería llegar: el malvavisco en mi vida personal

A mí nunca me hicieron la prueba del malvavisco, pero ni falta que hacía. Para empezar, nunca me gustaron mucho los bombones como no estuvieran asados en la chimenea, así que de poco hubiera servido la prueba para desenmascarar al voraz monstruo alcohólico, glotón y despilfarrador que vive dentro de mí. Siempre saqué buenas calificaciones y fui la más ñoña de mi escuela, lo que me hizo sumamente impopular (al menos así me gustaba pensarlo, la verdad es que por ser impopular no me quedó más remedio que ser muy ñoña). Aquí quiero aclarar que en los últimos años hay una tendencia a usar la palabra "ñoño" con una especie de falsa modestia que ha terminado convirtiendo al término en un halago más que en un insulto, pero en otra entrada hablaré sobre este fenómeno. Yo uso el término en su sentido peyorativo original: el ñoño es un retraído social, que sale todos los meses en el cuadro de honor y se come su sandwich solo en el recreo.

Bueno, pues cuadro de honor y todo, no puedo recordar una sola ocasión en la que haya pospuesto un placer inmediato por un placer mayor a largo plazo. Es la fecha en que no puedo tomar un trago de cerveza sin acabar con el cartón. En mi casa nunca hay Chips Ahoy, no porque no las compre, sino porque no la arman en el camino del super a la alacena. Puedo largarme al cine la víspera de un examen perrisísimo con cada vez menor remordimiento de conciencia. Me gusta ponerlo así: no tolero los riesgos, y esperar es arriesgar. Posponer los placeres es decidir vivir al rato, sabiendo que no se tiene la vida comprada. Ahora que conozco la prueba de Mischel, entiendo porqué no tengo camioneta ni perro lanudo, ni trabajo fijo ni ahorros en el banco. Pero es que no puedo dejar de pensar: vaya decisión más estúpida, esperar dos malvaviscos inexistentes cuando se tiene uno seguro al alcance de la mano.

September 28, 2008

kumbia queers


La primera vez que las vi me enamoré de Pilar. Lalo me había dicho que íbamos a oir un grupo de argentinas que mezclaban "rock con música popular", valga la redundancia. Y aunque en términos generales la descripción era correcta, nunca me imaginé que el "rock" era punk rock y la "música popular" era cumbia villera, Madonna, Nancy Sinatra y más rock, Black Sabath, The Cure y todo lo que un niño ochentero puede revivir a los treinta con emoción. Y ritmo tropical.

Me enamoré porque habían puesto a bailar a mis amigos (ahí estaba Camilo saltando como en 1994, la Toks, que no podía faltar, Jimmy con su inseparable chela en la mano, tambaleándose con ritmo). Me encantaron porque los micrófonos no servían y ellas sin embargo se lanzaron a tocar, con la grandiosidad con la que Izthak Perlman tocó con tres cuerdas en el Lincoln Center, de Nueva York, según cuenta la leyenda, bajo el motto "el artista hace lo que puede con lo que le queda". Ni más ni menos hicieron las Kumbia Queers en el Pit de Cuernavaca. Después los micrófonos funcionaron y lo celebraron como si se hubieran ganado la lotería. Me gustan porque son el mejor contraejemplo a la visión imperante "sólo hay una manera de hacer bien las cosas". Son lo opuesto de quienes juzgan que cada cosa pertenece a un solo género (musical o social). Son lo contrario del orden, y aun así super organizadas. Son la muestra de que la creatividad impera sobre la tan alabada "productividad". Son lo contrario del trabajo de nueve a cinco, y sin embargo super chambeadoras, son el reverso de todo.

Hacía calor, largaron las playeras al carajo, enseñaron los brasieres, tocaron y se desgajaron de alegría en el escenario, yo volví a tener dieciocho años durante esas horas y en el centro de todo, brillante con su guitarra roja tapizada de estickers estaba Pilar, queer poderosísima y sin duda la más atractiva que he visto. No le pude quitar los ojos de encima en toda la noche.

Al final de ese primer concierto, envalentonada con las chelas que se tomó Jimmy (porque yo no tomo), me acerqué a Pilar sorteando las marejadas de fans que se arremolinaban alrededor de ella pidiendo autógrafos. En realidad eran sólo tres, pero los nervios del momento me hacían sentirla inalcanzable. Desde entonces me dediqué a conseguir su disco, a ver sus fotos, a pescar el próximo concierto al que pudiera ir, a tragarme los nervios y la pena y pararme enfrente ella al final o antes del concierto y decirle "yo soy la que te mandó un correo / dió su teléfono / abrazó en el pasagüero / sonrió en el alicia / ama la remera que tiene y que tú estampaste/ cantó todas tus rolas hoy". Pilar siempre va a contestar, amable y confundida "che, siii... recuerdo, vos me mandaste un correo / sos de Cuernavaca, cierto?". Miente. No se acuerda, pero no me lo quiere decir. Y por eso me gusta más.

Ayer las Kumbia Queers cerraron su gira en Nueva York. Yo, como le dije alguna vez a Pilar en el primer correo que le mandé, estaba ahí bailando en primera fila. Mientras estaba cantando y riéndome y saltando, pensaba: son muy buenas, pero ojalá que nunca se hagan famosísimas porque lo que las hace grandes es saber que al terminar el concierto se van a estar fumando un cigarro o tomando una chela en la banqueta, o atendiendo su puesto de discos y playeras, y uno se va con la certeza de que el próximo año, en un forito pequeño como El Pit o el Fontana, va a tener durante unas horas dieciocho años otra vez. O mejor aún: va a tener los años que tenga y va a saltar y bailar pensando que la vida es de colores con print de leopardo y cuero negro y que el mundo es más bello por el revés que al derecho.

Foto: pagina12.com.ar

September 27, 2008

la generación que no viajó


Andrea me estaba una vez platicando sobre cómo sus abuelos, Ricardo e Isabel, habían sido de las pocas personas de su generación que habían viajado a Europa, y no se diga a Medio Oriente. Hay que tomar en cuenta que todavía entonces el océano se cruzaba preferentemente en barco y no en avión. Seguramente este comentario era una nota al pie en algo mucho más interesante que me estaba contando, pero es una de esas cosas que dice Andrea que recuerdo con frecuencia.

Mi querido amigo Nico, del que hace años no tengo no tengo noticia, es un antropólogo clásico de los que ya no quedan. Vive oficialmente en Buenos Aires y regularmente en Maputo, Mozambique. Como el Coloso de Rodas, tiene un pie en cada continente, y a veces me lo imagino haciendo esfuerzos por cruzar las piernas porque siempre quiso llevar Buenos Aires a África y traer a Africa a Sudamérica. Al menos así era hasta la última vez que lo vi. En alguna de sus cartas escritas a mano (porque Nico mandaba cartas escritas a mano, era un clásico, les digo) me decía: "Nuestra generación se va a definir como la generación que viajó. Y nuestros nietos dirán: '¡Esos viejos sí que vivieron la Historia!'". En efecto. Yo no hubiera conocido a Nico si no hubiera sido porque en mi generación, a diferencia de la de los abuelos de Andrea, viajar era mucho más común y accesible que antes.

Cuando era joven me gustaba viajar para conocer gente. Ahora conozco gente sin viajar. A veces coincide el viaje más o menos largo de alguien con mi paso más o menos permanente por algún lugar. Me pregunto cuál será la definición de la siguiente generación con respecto a su movilidad espacial. Mi apuesta es que los viajes poco a poco serán cosa del pasado. Desde que nos prestaron el Aleph de Borges, para ver el mundo no hace falta dejar el sillón. Y si a eso se agregan todas las medidas, esas sí, terroristas, de las aerolíneas que se esfuerzan por hacer de los vuelos un viacrucis, probablemente la próxima generación no será muy diferente de aquella en la que Isabel y Ricardo eran una excepción.

September 24, 2008

sesiones de orientación vocacional

Por fin hay un asiento libre. Aprovecho que estoy sentada para leer un artículo en el corto trayecto que me queda. Lo saco de la bolsa: este no es, este es el vocabulario de Quechua. Este es, ahora sí: "The binding theory". Y a leer: "Una DRS está incrustada en en un modelo µ ssi para toda función de interpretación ƒ que asigne a cada expresión de L..." Siento un golpecito en el hombro. El pasajero de al lado mío tiene una pregunta:
-Excuse me, is that linguistics?.
-Sí señor, es lingüística. Cómo supo? -respondo yo.
-Oy, recuerdo haber tomado esa materia en la universidad. Es dificilísimo. Qué estudias , la maestría?.
Se me llena la boca con las siguientes tres sílabas:
-Pi-eich-di.
Como si dijeran algo.

Y regreso a mi artículo y a mi ipod: mbsnm µ∫†≠∫¥s... Pero el vecino me da otro toquecito en el hombro:
-Mi amigo estudió el doctorado en Lingüística y Ciencia Cognitiva en Rutgers.
-Ah, mire usté..
-Siete años, le llevó terminar.
-Pues qué rápido -pienso en voz baja.
-Pues es en promedio lo que le toma a todo el mundo -digo en voz alta.
-Y usted qué hace?
-Soy abogado
-Ahh
Y la respuesta me invita a sumir los ojos de nuevo en mi lectura: mbsnsmm ∫∑ßpq....

-Oiga, le puedo preguntar algo?
Como siempre que oigo esas palabras, hago cruces y pido un deseo: "Por favor Dios mío, que sepa yo la respuesta". Pero no tengo suerte:
-Todo eso -dice mientras agita la mano suavemente sobre mi artículo, -a quién le importa?

Si tuviera el don de la franqueza, diría: "La verdad, señor, quiénsabe. Lo mismo me pregunto yo todas las mañanas mientras tomo clase, todas las tardes mientras trabajo y todas las noches cuando regreso a mi casa con la sensación de que he perdido el día. Y cada vez entiendo menos qué es lo que hacemos cuando hacemos esto, y a quién le puede importar que mbsnsmm ∫∑ßpq". Si hubiera sido cínica, hubiera dicho: "A casi nadie, pero dígame usted, eso de hacer leyes, a quién le importa como no sea a los pocos cuantos que pagan para que se las hagan a su medida y conveniencia?".

Pero como no soy cínica ni franca, di mi respuesta estándar para los necios que piensan que el suyo sí es un trabajo productivo:
-A nadie le importa, realmente. Pero nos divertimos. (Risas fingidas).

Es la mejor respuesta para cortar de tajo una conversación improductiva sobre la productividad de nuestra ocupación. También es una respuesta falsa. Yo, al menos, no me divierto sabiendo que mbsnsmm ∫∑ßpq ssi µ∫†≠¢œ∫¥©. Y como al resto de los mortales, tampoco me importa.

September 10, 2008

A esta ciudad le falta una capa de pintura.

September 04, 2008

bucólica del metro

No hay lugar más inmundo que las ciudades. Lo que es como decir, no hay lugar más inmundo que el mundo -sobre todo para la gente llamada "de mundo", que se define por la incapacidad de vivir en cualquier ambiente que no sea decididamente urbano.

En esa planta alta del infierno que llaman estación de metro, la suciedad se vive con resignación. Se agarra uno fuertemente del tubo resbaloso de grasa humana, o se sienta en las bancas tapizadas con manchas negras de chicles masticados, rodeado de óxido y orines. Cierra los ojos ante las corrientes de aire caliente que sopla por los túneles como el aliento de una bestia inorgánica. Salen de las paredes, de las escaleras y de los elevadores, olores tan nauseabundos e intensos que el olfato no los puede creer. Y se acostumbra. Y después de un titubeo muy breve, me siento en el suelo a leer mi libro y esperar, con la piel pegajosa de un sudor que ya no sé si es mío. Sólo suspiro y me revuelco sin moverme en toda la suciedad que viene a mí, que me envuelve como el cochambre a las ollas en el trastero.

August 24, 2008

corazón de hule espuma, poroso...

Últimamente ando con una esponja mojada en el pecho, un artefacto ligero y pesado a la vez. De cuando en cuando, la realidad me exprime con su manita fría el corazón y se me mojan los ojos un poquito. Un hilo de agua helada me hace cosquillas en el vientre. Entonces me queda una ligereza incómoda, una ausencia porosa y seca, como si me faltara una costilla o un pulmón o algo. Al cabo de un rato de olvidar, o de recordar lo que debiera haber olvidado, se vuelve a humedecer la esponja, me llena todos los rincones del pecho; llega otra vez la mano, vuelve a exprimir...

la luz es de quien la paga

Introducción
Cuenta el saber popular que la época de Santa Anna era tan cruel que la gente tenía que pagar impuestos por la luz natural que entraba por sus ventanas. Más ventanas, más tenían que pagar. No es de extrañarse, porque Santa Anna encabeza la lista de hechos más excéntricos y surreales de la historia mexicana, desde ayudarle a Adams a inventar la goma de mascar hasta enterrar su pierna gangrenada con honores militares (sólo hacia el final del siglo veinte otros gobernantes lograron ponerse a la par de las extravagancias del caudillo inmortal de Zempoala, con hechos memorables como "La calavera del encanto": el cráneo que fue encontrado con ayuda de información directa de ultratumba provista por una agente secreta del más allá conocida como La Paca).



Parte primera y última
Pero estoy aquí para hablar de las ventanas. Me estoy mudando. Y me siento en tiempos de Santa Anna, en un país donde nunca gobernó Santa Anna (al menos no en esta mitad de arriba). En esta ciudad la renta se incrementa dependiendo de la cantidad de luz natural que entra al cuchitril. "Cuarto para persona sola, 2x4 metros, a 20 min. del metro, con ventilación pero sin ventanas: 750 (dólares, obvio)". Cada ventana aumenta 100 dólares a la renta; cada cuadra menos de distancia al metro, otros 100. ¿Lo quiere más grande? Es posible, pero sólo a dos horas de la ciudad, sin contar el tiempo de espera del metro.

El núcleo social ya no es la familia, sino una comunidad conformada por tres a cinco personas elegidas arbitrariamente sólo en razón de sus ingresos e historial crediticio, en un sistema conocido como "Rumeimato" (del inglés "room-mate" que es como se conoce a cada uno de los individuos que viven en esa simbiosis posmoderna donde se comparten espacios que antes se consideraban privados, como la propia casa). Me asusta darme cuenta de que no es broma lo que leí un día: "Todo neoyorquino ha considerado alguna vez rentar un departamento donde la tina de baño está en la cocina".

Epílogo
Encontré un departamento precioso en Sunset Park. Por precioso quiero decir: en un barrio latino, a dos cuadras de un parque con horizonte. Con varios locales de comida grasulienta en cada esquina. En un edificio viejo sobrepoblado de cucarachas. Con tres ventanas, de las que me cobran sólo una, las demás son gratis. Tiene entrada privada, lo que implica que cada vez que quiero ir al baño o la cocina he de cruzar el pasillo externo en pijama, decir "hola" a los vecinos y abrir los tres seguros de la puerta principal marcando el paso para no orinarme encima. Un roommate me cayó bien y por eso lo elegí. Al otro roommate ni siquiera lo conozco. En resumen, no sé con quién voy a vivir, pero ya tengo las llaves, ya dí el depósito, y por tres ventanas no puedo dejar de pensar que $620 es una ganga.

(Imagen: Ella Yang "Brooklyn Window" http://www.ellayangstudio.com/archive.htm)