September 27, 2008

la generación que no viajó


Andrea me estaba una vez platicando sobre cómo sus abuelos, Ricardo e Isabel, habían sido de las pocas personas de su generación que habían viajado a Europa, y no se diga a Medio Oriente. Hay que tomar en cuenta que todavía entonces el océano se cruzaba preferentemente en barco y no en avión. Seguramente este comentario era una nota al pie en algo mucho más interesante que me estaba contando, pero es una de esas cosas que dice Andrea que recuerdo con frecuencia.

Mi querido amigo Nico, del que hace años no tengo no tengo noticia, es un antropólogo clásico de los que ya no quedan. Vive oficialmente en Buenos Aires y regularmente en Maputo, Mozambique. Como el Coloso de Rodas, tiene un pie en cada continente, y a veces me lo imagino haciendo esfuerzos por cruzar las piernas porque siempre quiso llevar Buenos Aires a África y traer a Africa a Sudamérica. Al menos así era hasta la última vez que lo vi. En alguna de sus cartas escritas a mano (porque Nico mandaba cartas escritas a mano, era un clásico, les digo) me decía: "Nuestra generación se va a definir como la generación que viajó. Y nuestros nietos dirán: '¡Esos viejos sí que vivieron la Historia!'". En efecto. Yo no hubiera conocido a Nico si no hubiera sido porque en mi generación, a diferencia de la de los abuelos de Andrea, viajar era mucho más común y accesible que antes.

Cuando era joven me gustaba viajar para conocer gente. Ahora conozco gente sin viajar. A veces coincide el viaje más o menos largo de alguien con mi paso más o menos permanente por algún lugar. Me pregunto cuál será la definición de la siguiente generación con respecto a su movilidad espacial. Mi apuesta es que los viajes poco a poco serán cosa del pasado. Desde que nos prestaron el Aleph de Borges, para ver el mundo no hace falta dejar el sillón. Y si a eso se agregan todas las medidas, esas sí, terroristas, de las aerolíneas que se esfuerzan por hacer de los vuelos un viacrucis, probablemente la próxima generación no será muy diferente de aquella en la que Isabel y Ricardo eran una excepción.

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