October 15, 2008

yo por eso no cocino

No sé quién fue, pero probablemente fue mi hermano Abel el que acuñó el término. Cada vez que me ve comer arroz frío recién sacado del refri, pone cara de espanto, insiste en que lo caliente en el micro y ante mi necedad termina diciendo en tono de reproche: "No cabe duda de que comes como soltera".

Soy soltera, por lo tanto cocino menos de una vez al mes. Y no es que no me guste cocinar, al contrario, me encanta, pero no puedo hacerlo muy a menudo. Qué más daría yo porque en las mañanas, en lugar de tomarme tranquilamente mi café recién hechecito con pan tostado y mermelada de naranja, me pasara el desayuno sin masticar y dedicara los veinte minutos que me quedan a picar verduras a la velocidad de la luz para prepararme un suculento lunch que comería bajo la placentera luz de halógeno de mi oficina. O que los domingos, en lugar de echarme a ver películas ochenteras tontas y reírme a carcajadas con mi rummi, pudiera yo pasar varias horas en la cocina perfumándome los dedos a ajo y cebolla preparando cazuelas de guisados deliciosos para disfrutar entre semana, a la hora de la cena, frente a la tele y sin mi rummi, viendo noticias deprimentes. Me encanta cocinar, y cocino de maravilla, pero lamentablemente no puedo hacerlo con la frecuencia con la que quisiera.

Tampoco es falta de tiempo. Tiempo desperdicio muchísimo, como si lo regalaran, en cosas menos placenteras y menos importantes que cocinar. No: es el maldito capitalismo el que me aparta de la estufa.

Y es que para cocinar, pues hay que comprar los ingredientes: primer filtro. Y para cocinar siendo soltero, hay que comprar los ingredientes en cantidades razonables: segundo filtro. "Cantidad razonable" es un concepto extraño al capitalismo, que en su lugar confía en la abstrusa noción de "Value". "Value" bien no sabría definirlo, pero es un término relacional, una proporción entre cantidad y precio (calidad creo que no entra en juego), que se puede resumir en la máxima "mientras menos compre usted, más paga". Si uno compra mucho, y paga mucho, entonces eso que uno compra tiene (¿o da?) Value, porque pudo bien haber comprado poco, y pagado mucho, en cuyo caso no habría (¿o ganaría?) Value.

Bueno, a mí me encanta cocinar, como ya lo dije, pero sobre todo me encanta cocinar con poro. Da mejor sabor que la cebolla, no hace basura y no apesta los dedos. Tampoco hace llorar. "El poro es la nueva cebolla" ("Leeks are the New Onion", por decirlo en fórmula hipster).

Hoy no fui a la escuela por causas ajenas a mi voluntad pero muy bien recibidas por ella, así que decidí cocinar como Dios manda: verduras con carne y poro. Pero en el super de la esquina, que es un minisuper, haga usted de cuenta El Sardinero del Upper East Side (o sea, no es Costco ni la Central de Abasto), resulta que no venden poros más que en paquetes de cuatro o cinco tallos, y yo sólo necesito uno. Le pregunto al dependiente si no tienen paquetes más chicos o si no puedo comprar sólo la mitad de lo que está en el paquete, y por supuesto, reacciona ofendidísimo. No: sólo se puede comprar poro si está usted dispuesto, bien a cocinar para el Ejército de Salvación, o bien para menos de tres personas y tirar los cuatro dólares que sobran a la basura. Yo antes que ver comida pudriéndose en el refri, prefiero ir directo con la cartera al baño, aventar los billetes al excusado y jalarle. Al menos después no tengo que limpiar el cajón de las verduras.

Total que no, bajo el régimen capitalista no hay verdura para cocineros solteros, al menos no para solteros con principios tan férreos y presupuesto tan estrecho como los míos. Yo por eso no cocino y viva el sandwich de jamón.

9 comments:

Chacha said...

Vieras como te sacan de apuros las tortas de tamal

Chacha said...

Chin... es cierto, creo que son desconocidas por los rumbos en los que estás

Violeta Vázquez-Rojas said...

Eso mismo pensaba yo, Chacha, hasta que descubrí la pizza de espaguetti, que viene a ser la misma redundancia gastronómica que la torta de tamal pero con salsa de tomate. Esta otra es todavía más cercana: pizza hamburger. Es una deliciosa hamburguesa que en su interior lleva, en lugar de carne, una rebanada de pizza (puede ser pizza de spaguetti, si así lo prefieres). Igual que con las tortas de tamal, todavía no me siento preparada para probar ninguna de ellas.

Larisa Escobedo said...

pizza de tamal!

Carmina Cardamomo said...

Estoy de acuerdo, es más rico el poro que la cebolla... pero qué opinión te merece el echalote?

Violeta Vázquez-Rojas said...

El echalote es lo máximo, pero en el otro extremo de la cebolla. El poro me gusta por que es más suave, el echalote porque es mas fuerte. Pero hablando de sabores, el que me gusta, gusta, gusta, es el cardamomo :)

Anonymous said...

"No cabe duda de que comes como soltera"...
El ser soltera no tiene naaaada que ver con la buena alimentación. Qué tontería, no por ser uno soltero, se va a pasar uno los días consumiendo comida chatarra y engordando como cerdo.
"Soy soltera, por lo tanto cocino menos de una vez al mes" Ah, bueno, excelente justificación.
" Yo por eso no cocino y viva el sandwich de jamón" ... siiiiiiiii, vivan los mc donalds y los kentukys, vivan los starbucks, vivan los gordos, viva el sendentarismo, muera la cultura culinaria, siiiiiiii, vamos a engordarnos como cerdos, siiiiiii que nadie cocine más en casa. Seamos gordos todos los solteros yujuuu

Violeta Vázquez-Rojas said...

uy... bueno, no es para tanto, anónimo, no te lo tomes tan a pecho ni como justificación para comer porquerías... cuidadito con el colesterol. mejor búscate pareja.

Anonymous said...

Hay que gente que no disfruta el placer de un buen relato y piensa que todo lo divertido, curioso o simplemente descriptivo es para influir negativamente en los demás.
los que sí disfrutamos tus entradas al blog entendemos a lo que te refieres viole, a oídos sordos....
no me vayas a confundir con el otro anónimo asustado y agresivo ehh.