Hoy es el día que comemos sobras de la piñata de nuestros sobrinos (o hijos, según sea el caso), vemos qué hacemos con el betún que embarraron por todos lados y tenemos además la obligación de aguantarles sus leperadas porque si mal no recuerdo, hoy es el día de la mocosa y del mocoso, de la chamaca y del chamaco, del que todos tenemos dentro y de los que todos padecemos fuera. No todos somos niños, ni todos quisiéramos serlo, la verdad. Ya lo había sentenciado mi papá en aquella sabia máxima: "El peor enemigo del hombre es el niño".
Mañana en cambio es el día del adulto, porque uno deja de ser niño cuando empieza a vivir de su trabajo. Y puede ser que hasta nos importe.
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