Primero hay que obtener aprobación del Comité Universitario sobre Actividades que Involucran Sujetos Humanos, que sancionará si el proyecto observa las normas de ética y se apega a las leyes federales y universitarias para la protección de los derechos de las personas. Una vez que se contacta al informante, darle a firmar la hoja de Consentimiento Informado, donde se le garantiza que la investigación no involucra riesgos y que en todo momento se protegerá su confidencialidad mediante el uso de un pseudónimo. Eso respecto a los formalismos. Para las entrevistas, empieza uno por diseñar el cuestionario. Claro que, para entonces, debe uno saber qué es lo que está buscando: cláusulas relativas. Escribe entonces varias preguntas, calculando que por lo general un juego de 50 oraciones toma aproximadamente una hora. Hay que agregar en este caso particular las pausas que añade tener que calmar al hijo de dos años de la informante cuando reclama atención a gritos. Preparar la grabadora, para lo cual ya fueron descargados los archivos de la sesión anterior y transcritos los cuestionarios correspondientes. Ahora sí, probando probando. Empieza la sesión: "Cómo dices 'Juan vio al señor que aventó la piedra'?", etc. Escribir las respuestas cuidadosamente, agregar ciertas variaciones al vuelo, preguntar por juicios de gramaticalidad.
Al término de la sesión, puntualmente pagar el precio acordado por el valioso tiempo de la informante. Pasa la señora de las obleas. Tronando obleas nos quedamos platicando en la banca de la plaza, en una sobremesa callejera. Entonces ella me cuenta porqué no pudo dormir: el papá del niño, después de dos años de ausencia, anoche le mandó un mensaje. Un machito sin trabajo que tiene más de cinco hijos regados de Puácuaro a Morelia. Ella todavía lo quiere, me dice, y se le entrecorta la voz y se le mojan los ojos. Aunque no se lo digo, le agradezco la confianza de que me cuente parte su historia. Lo retribuyo contándole mi historia de amor más triste, pero tengo que exagerarla porque junto a la de ella, la mía suena a chiste de Pepito. Y termino con frases de aliento, de las que tanto odiaba oir cuando mis amigos o mi familia no sabían qué otra cosa decirme: "vas a encontrar a alguien más que sí valga la pena, ya verás". Le pongo mil ejemplos de historias con presente feliz. Ya sé que no me cree. Yo tampoco me las creo. Cuando nos acabamos las obleas nos despedimos y le deseo que esté mejor, por no saber qué otra cosa le podría decir.
El día que la conocí, no pensé que en algún momento y sin darnos cuenta cruzaríamos la borrosa línea que separa lo estrictamente profesional de lo meramente humano. Ni en el manual de campo ni en el código de ética vienen las instrucciones sobre qué hacer si el corazón se arruga como hoja de papel cuando llegan momentos como este.
2 comments:
Que onda? No mas entradas?
Pohí, la lingüística trata básicamente con seres humanos, aunque muchos no lo crean. Salúdame a Tata Antonio allá en Puácuaro (fue hace 14 años, yo era flaco y greñudo, me quería pa yerno -long story...). Beso y abrazo, Julius
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