June 11, 2009

La amiga gordita de Memo

No me gusta enamorarme, aunque lo hago muy seguido. Sobre todo, no me gusta enamorarme de imposibles, valga la redundancia, pero es lo único que sé hacer: hombres que están lejos, hombres que están cerca cuando ya me voy, mujeres, Dave Matthews, instructores de yoga, hombres casados, menores de edad, vagabundos heroinómanos que ya perdieron la capacidad de articular palabras que no sean sparesmchange, ligues de bar que nunca llamaron por teléfono, profesores cincuenteros, alemanes, y un largo etcétera. Pero lo que más me desconsuela de entre todos los casos perdidos son los hombres que me consideran "su amiga gordita".

La primera vez que fui la amiga gordita estaba en la prepa y el objeto de mi obsesión se llamaba Guillermo. Memo medía un metro noventa y yo no despegaba del suelo ni metro y medio. Así que pensé en remediar la situación tomando un litro de leche diario y jugando basquet. Lo único que gané fue intolerancia a la lactosa y varios balonazos en la cara. Memo me quería mucho, y me puso el único apodo que me ha gustado y que me encanta que me digan, aunque nadie más que él lo usa. Me buscaba entre clases, en la cancha, y platicábamos larguísimas horas sobre su tema favorito: la muchacha que le gustaba y que tenía novio pero que, según Memo, estaba perdidamente enamorada de él, y para prueba estaban todas las veces que no le contestaba el teléfono y le rechazaba las invitaciones al cine.

Yo podía escoger entre escuchar la historia de amor imposible de mi amor imposible o dignamente largarme a hacer algo divertido con mis amigas. Invariablemente escogí lo primero: escucharlo con el corazón arrugado, pero con el consuelo de que al menos ese rato tenía a Memo para mí solita. Luego me llevaba a mi casa y a veces también a la suya, y llegamos a pasar domingos con toda su familia viendo películas. Yo me sentía en mi casa llena de hermanos, sólo que los de Memo eran más altos y las hermanas más buena onda. A Memo, por supuesto, nunca le pasó por la cabeza que me gustara tanto, y a mí nunca me pasó por la cabeza que me pudiera dejar de gustar. Una buena noche yo dejé de ser su amiga gordita porque me enamoré de mi primer rock-star local y por fin pude sufrir a costa de otro y olvidar a Memo, que era lo que más quería. Él también logró desentenderse de su amor imposible y consiguió una novia lindísima que sí le contestaba el teléfono y de vez en cuando salíamos los tres a comer helados. Si alguna vez a Memo y a mí se nos ocurrió al mismo tiempo la remota idea de darnos un beso, seguro la descartamos por incestuosa. Es que ya llevábamos años de ser muy buenos amigos.

Hace mucho tiempo que no sé nada de Memo, ni él de mi. Si diera la causalidad de que llegara a leer esto, seguro no se reconocería y pensaría que estoy hablando de otro Guillermo. Pero Memo no viene por acá, y aunque le guardo mucho cariño, tampoco hago nada por encontrarlo. Hoy me vino a la cabeza no sólo porque hace unos días fue su cumpleaños, sino porque quince años después aquí me encuentro, a mí que me no me gusta, siendo la amiga gordita de alguien más.

10 comments:

Anonymous said...

Enamorarse de un imposible no es tan mala idea, según Vergilio Ferreira, pues son los únicos que de ninguna manera te pueden decepcionar.
Elena

Violeta Vázquez-Rojas said...

Sí que pueden decepcionar: cuando se hacen pasar por posibles, luego por muy difíciles y luego revelan que, como se suponía desde el principio, tratar de alcanzarlos era muy mala idea.

Laia Balcells said...

genial, Violeta. y tienes toda la razon.

Violeta Vázquez-Rojas said...

Gringa?! Eres la gringa más falsa que he conocido. Por eso será que me caes tan bien.

Laia Balcells said...

jaja, si, soy una gringa super fake:)
me encanta leer el blog, by the way. ah, y a ver si algun dia de estos escribes sobre bodas que necesito terapia para recuperarme de la de ayer....

Anonymous said...

totalmente de acuerdo con Vio en este comentario... hace poco veia una peli en la que mencionan lo perverso que puede llegar ser el crear deseo para luego rechazarlo con una amable sonrisa... y segun el, es una violacion mental... yo creo que tiene razon y que uno debe alejarse de ese tipo de personas... estan muuuy desequilibradas, y a personas que como una, pueden caer en sus ambigüos entretenimientos, nos pueden hacer llorar... snif! snif!

Violeta Vázquez-Rojas said...

si las personas desequilibradas tan sólo fueran menos atractivas, carajo...

Anonymous said...

Cuando uno se enamora de un imposible lo último que hace es decírselo... Yo me enamoré de un imposible que se enamoró de mí --no se que tan cierto sea esto último--. Nadie me ha herido y decepcionado tanto como esa persona... si hubiera aceptado mi "no" --no recuerdo si había una sonrisa en mi rostro--, hoy todavía amaría a un imposible que por lo demás ni siquiera valía la pena...

AgGirl said...

que tan malo es enamorarse de un imposible o de un posible que hace la relación imposible, colocandome en el escalón siguiente a su madre i jurando que me ama i me extraña pero no tiene ganas de salir de su casa!!!!


ash! me proiecte!

el oso hormiguero said...

yo no soy la amiga gordita. ojalá. es pior: soy la hermanita menor del universo. lo de ayer si es de antología. le dije al tasajo que se me había pasado por la cabeza decirle que juéramos novios. me ha perseguido los últimos ¿6? años. osease, yo creía que le estaba diciendo a mi cuate que pienso muchas pendejadas. me escribió un correo largo como un papel de baño explicandome que valgo mil y sabrá dios cuánta cosa más pero que mil perdones pero no puede ser mi novio.

Whaaaaaatttttttt?

Eso me pasa por pendeja y por bocona.

Y saben que me dijo mientras tomábamos el café mañanero:

"El burro no coge por guapo, sino por necio"